En
la primera quincena de agosto del presente año una de las noticias que más
circularon en los diarios y programas televisivos fue el alza de los precios de
los alimentos. La primera señal viene de las amas de casa que compran todos los
días sus alimentos. Y nosotros también, pues no estamos excluidos del fenómeno
inflacionario Pero esto no es novedad amigo lector, porque lo he venido diciendo en otros
artículos[1]
publicados en este blog.
La
inflación más que un fenómeno monetario como nos dijo brillantemente Milton
Friedman, es a mi modo de ver, una sensación angustiante que se vive no
solamente todos los días sino que se convierte en una desesperanza toda vez que
vemos nuestros ingresos futuros venido a menos.
Entonces
las preguntas de rigor son: ¿por qué suben los precios si la producción está
creciendo? ¿Acaso la demanda de alimentos se expande mucho más que la oferta de
los mismos? En todo caso, ¿por qué? No tenemos las respuestas al momento ante
tales angustiantes preguntas y solo podemos recurrir a la teoría cuantitativa
del dinero, en sus diferentes vertientes, que de alguna manera nos explica las
razones por la cual la inflación se acelera. Pero lo que más se escucha y lee
es que la culpa la tiene la inflación
de alimentos internacional. Y no lo dicen solamente algunos diarios sino el
mismísimo ente emisor.
Carlos
Adrianzén, decano de la Facultad de Economía de la Universidad Peruana de
Ciencias UPC, el 15 de agosto del presente año publicó un artículo en el diario
El Comercio donde, recurriendo a lo señalado por Friedman, nos explica que la
inflación que estamos viviendo tiene como sustento una gran emisión de dinero.
Señala el economista que de julio del 2011 a junio del 2012 la autoridad
monetaria compró dólares por un monto de $12,167 millones, lo que significó “inyectar
liquidez en nuevos soles a un ritmo ocho veces mayor al crecimiento anualizado
de la inflación local” en palabras textuales.
Haciendo
un poco de historia económica, Adrianzén nos dice que el Banco Central de
Reserva no cumplió con la meta de inflación en el año 2008 donde ésta llegó
casi al 7% en Lima y Callao, y 20% en provincias. La razón fue la exorbitante
emisión de dinero como consecuencia de la compra de $16,000 millones lo que
ocasionó que la liquidez en moneda nacional se expanda nada más ni nada menos la
increíble cifra de 66.3%.
Al
ver estos números solamente podemos intuir que los economistas encargados de la
emisión de dinero deben haber desterrado de su mente a Milton Friedman o en su
defecto han desaparecido sus publicaciones al mejor estilo de la quema de
libros de Freud en la Alemania nazi. O es que han perdido la brújula y poco les
importa unos puntos más de inflación.
El
tema de fondo es que parte de la academia considera que la inflación puede tener
como origen los costos económicos o un exceso de demanda agregada en relación a
la producción potencial de la economía. Pero estos intelectuales no se
preguntan ni se plantean la razón por la cual la demanda agregada aumenta más
rápidamente que la oferta agregada y que la expansión de crédito vía exceso de emisión
de dinero está expandiendo la demanda de muchos artículos, ya sean bienes
finales o intermedios, lo que desencadena en precios inflados.
Adrianzén
finalmente plantea que “si la inflación repunta mañana no culpemos a lo
externo. Es entera responsabilidad del directorio del BCRP que en la segunda
mitad de la década de 1980 se desprestigió por una emisión irresponsable.”
El
Instituto Peruano de Economía IPE, publicó en su página web en agosto del 2012
un artículo donde explica que los precios internacionales de los alimentos
básicos como es el caso del maíz, soya y trigo se han elevado considerablemente
por haberse presentado grandes sequías en diferentes partes del orbe. Señala el
documento que esta inflación afectará a los
mismos alimentos en el mercado local y también a sus derivados.
En
el análisis, el IPE presenta un gráfico donde se puede ver la tendencia de la
inflación de los alimentos utilizando el componente respectivo del IPC y la
tendencia de la inflación de los alimentos a nivel mundial, utilizando un
índice denominado: índice de la organización para la agricultura y la
alimentación de las naciones unidas, FAO.
En
el gráfico se puede observar que la tendencia de la inflación anualizada según
el índice FAO tuvo intensos máximos y mínimos[2]. Por
ejemplo, a inicios del 2008 se tuvo una máxima inflación de 60% y después de un
año los precios disminuyeron fuertemente hasta convertirse en una deflación de -35%.
Entre enero y marzo del 2010 se tuvo un pico de 25% y luego la inflación
disminuyó a finales del primer semestre del mismo año hasta 10%. En los primeros meses del año 2011 se presentó
otro pico de 40% para luego caer hasta -10% a inicios del presente año. Al momento de
escribir estas líneas, la inflación se está acelerando.
Sin
embargo, los cambios en la inflación local no fueron tan acentuados como la
inflación de alimentos internacional. Según el IPE, el impacto de la segunda en
la primera tuvo un retraso de ocho meses y el pico de la inflación local fue un
sexto de la inflación según el índice FAO.
A
modo de conclusión, nuestra economía está atravesando un proceso inflacionario
desde hace muchos meses que ahora mismo está coincidiendo con la inflación internacional de alimentos,
no siendo esta última la verdadera causa de que la mayoría de nuestros
alimentos, por no decirlo casi todos,
están siendo inflados en sus respectivos precios. La inflación siempre y
en cualquier lugar del mundo sigue siendo un fenómeno monetario.
[1] Desborde inflacionario: un fantasma
recorre nuestros hogares, publicado 22 de mayo 2011; Lejos de la meta explícita
de inflación: 2011 publicado el 29 de marzo del 2012.
[2] Los datos de la inflación son
aproximaciones deducidas visualmente del gráfico de tendencia de la inflación
internacional de los alimentos siguiendo al índice FAO.