* Capítulo 2 de proyecto de texto ANÁLISIS MICROECONÓMICO
A lo largo de los últimos dos siglos, la ciencia económica ha ido evolucionando en cuanto a su metodología para las investigaciones ya sea para crear nuevas teorías o para utilizarlas para nuevos descubrimientos. En la actualidad, el mainstream, es decir, la corriente de pensamiento y la metodología que se ha impuesto en la ciencia económica a través de la mayoría de universidades, investigaciones, publicaciones así como la política fiscal y monetaria, es el positivismo que utiliza la metodología hipotética deductiva que se caracteriza por ser empirista a través de la estadística. En este capítulo se explica esta metodología pero también la que utiliza la Escuela Austriaca de Economía, cuyo edificio teórico parte de la acción humana como una verdad irrefutable, no negable, de donde se deducen una serie de teoremas que explican el funcionamiento de una economía libre de intervenciones. Esta escuela se basa en el apriorismo praxeológico cuya metodología es axiomática deductiva, toda vez que el punto de partida de la teoría no es una hipótesis o conjetura que puede ser negada sino muy por el contrario es el axioma de la acción humana: todo individuo actúa para mejorar su situación relacionada al bienestar o también toda persona actúa para evitar el malestar y tener un mayor bienestar.
A lo largo de los últimos dos siglos, la ciencia económica ha ido evolucionando en cuanto a su metodología para las investigaciones ya sea para crear nuevas teorías o para utilizarlas para nuevos descubrimientos. En la actualidad, el mainstream, es decir, la corriente de pensamiento y la metodología que se ha impuesto en la ciencia económica a través de la mayoría de universidades, investigaciones, publicaciones así como la política fiscal y monetaria, es el positivismo que utiliza la metodología hipotética deductiva que se caracteriza por ser empirista a través de la estadística. En este capítulo se explica esta metodología pero también la que utiliza la Escuela Austriaca de Economía, cuyo edificio teórico parte de la acción humana como una verdad irrefutable, no negable, de donde se deducen una serie de teoremas que explican el funcionamiento de una economía libre de intervenciones. Esta escuela se basa en el apriorismo praxeológico cuya metodología es axiomática deductiva, toda vez que el punto de partida de la teoría no es una hipótesis o conjetura que puede ser negada sino muy por el contrario es el axioma de la acción humana: todo individuo actúa para mejorar su situación relacionada al bienestar o también toda persona actúa para evitar el malestar y tener un mayor bienestar.
1.- El positivismo de Milton Friedman:
Milton
Friedman, economista liberal de la Universidad de Chicago, publicó un libro
relacionado a la corriente positiva7F[1]
donde explica como la metodología de la economía requiere de la utilización de
métodos estadísticos con la finalidad de poder determinar si un planteamiento
económico es aceptado lo que confirmaría si la teoría es correcta para no
solamente explicar la realidad sino para predecir futuros acontecimientos. A
continuación se resumirá algunas de las principales ideas de Friedman
relacionadas a la metodología positiva de la economía.
Friedman
nos explica que se puede hacer economía, es decir, utilizar esta ciencia desde
dos perspectivas que si bien es cierto difieren pero de alguna manera no son
mutuamente excluyentes: la economía positiva y normativa. La primera se
relaciona con la realidad tal cómo es, con la teoría que la explica y sin la
intervención de juicios de valor. Por ejemplo, si un banco central emite dinero
para financiar el gasto público entonces los precios de la economía aumentarán
lo que se conoce como la inflación. En este caso no interesa si el gobierno
desea ayudar a los más necesitados o si quiere elevar los sueldos para que la
población tenga más bienestar. Sin embargo, esta proposición debe ser
contrastada con la realidad a través de la observación y análisis de
estadísticas dado que en la economía n cuenta con laboratorios para efectuar
experimentos una y otra vez. La historia
se convierte así en la fuente de “experimentación” teniendo en consideración
que son datos fechados o pasados.
La economía
normativa es diferente porque no trata de explicar la realidad sino de
transformarla. En nuestro ejemplo, el gobernante desea reducir la pobreza y
toma la decisión de aumentar el gasto público a través de programas sociales.
Podemos observar que el efecto causalidad de ha invertido. Mientras que la
economía estudia cómo se relacionan una variable influye en otra sin
intervención estatal, la economía positiva busca cómo influir en la economía de
acuerdo a sus objetivos políticos propuestos. Podríamos decir que la economía
positiva se relaciona con la teoría mientras que la normativa lo hace con la
política económica, que la primera es una ciencia, la segunda es un arte.
Sin embargo
Friedman resalta que la economía normativa depende de la positiva lo que vale
decir que la política económica debe inspirarse en la teoría económica. Esto
significa que para querer modificar la economía primero debe tenerse una teoría
que la explique.
En cuanto a
la manera de hacer ciencia o teoría de la economía positiva, se hace necesario
plantear una hipótesis, que como su nombre lo dice, es una tesis de baja
intensidad. Y esta hipótesis es producto, en la mayoría de los casos de una
deducción lógica teniendo cuidado que no solamente debe estar basada en simple
hechos. Y una vez deducida ésta, se debe
constatar con la estadística de tal manera de poder aceptarla y utilizarla para
la respectiva predicción. Ésta consiste en poder proyectarse al futuro cada vez
que una variable económica tenga alguna variación o cuando se toma una medida
económica y así poder explicar que sucederá. Todo esto se hace basándose en una
teoría y en el planteamiento de la hipótesis. Siguiendo nuestro ejemplo, si la
autoridad monetaria emite dinero para financiar el gasto público entonces la
hipótesis será: una emisión de dinero para financiar gasto público sin la
respectiva expansión de la producción total ocasionará una elevación de los
precios. Esta hipótesis tiene todo un armazón teórico justamente de la teoría
cuantitativa del dinero, explicada por Friedman. Luego, la validez de esta
hipótesis se dará si los hechos concuerdan con ésta y si tiene poder de
predicción.
Un aspecto
importante que debe tener en cuenta en la concepción de Friedman para hacer
teoría es que las hipótesis deben ser lo más simple posible pero explicar de
manera general fenómenos económicos importantes. Para el efecto en el proceso
de deducción de la hipótesis, se debe utilizar un modelo que es una
representación simplificada y abstracta de la realidad con la finalidad hacer
simple y comprensivo el análisis sin tener al lado la complejidad de la
realidad. Luego, se hace necesario utilizar los denominados supuestos que
vendrían a ser los factores que permiten la construcción de un mundo irreal que
tiene como objetivo explicar la realidad compleja pero que tiene que tener
coherencia y una muy buena similitud con los procesos reales. Y estos supuestos
serán irreales si se los compara con el mundo real. Por ejemplo, es muy
conocido los supuestos del modelo de la competencia perfecta, donde los
consumidores y productores tiene amplio conocimiento de la economía, y que el
empresario conoce los gustos y preferencias de los consumidores, que es un solo
precio, y que también éstos tienen amplio conocimientos del precios de los
insumos y de sus costos de producción. En tal sentido, tiene toda la
información para tomar decisiones relacionadas a la maximización de la función
de la rentabilidad que es la diferencia entre los ingresos por ventas y los
costos de producción.
Podemos ver así que los supuestos no son reales pero
siguen una lógica que de alguna manera no son incoherentes. Por ejemplo, un
supuesto incoherente sería que el hombre vuela, o que no se muere y es eterno.
Sin embargo Friedman acepta esta situación de los supuestos irreales porque el
objetivo de la teoría es predecir acontecimientos dado los cambios en las
variables. Tenemos así el caso, por ejemplo, que aumentan los gustos y
preferencias de la personas por un bien determinado, se expande la demanda de
este productos, y los precios de los bienes tenderán a aumenta, pero por otro
lado, los empresario producirán una mayor cantidad de éstos.
El modelo de la
competencia perfecta predice estos cambios en el precio del bien y en su
respectiva producción aun cuando el modelo utiliza supuestos que no se cumplen
exactamente en el mercado como es el caso que no existe un solo precio, los
empresarios no tienen información completa de los gustos y preferencias de las
personas ni tampoco conocen a la perfección el costos de sus insumos, y otro tema muy importante es la decisión de
producción no es un problema matemático de maximización u optimización que
consiste en la primera derivada de la función de rentabilidad cuya solución es
la cantidad óptima de producción que conlleva al empresario a obtener la máxima
rentabilidad económica.
De todo lo
explicado, una teoría, según Friedman, no puede ser juzgada por la irrealidad
de sus supuestos y debe ser aceptada por la capacidad de predicción. Ahora
bien, la predicción normalmente es relacionada con el futuro, pero también
puede efectuarse hacia el pasado donde asume un papel de factor explicativo.
Por ejemplo, Friedman explicó las causas de la gran depresión del siglo XX
utilizando la teoría monetaria demostrando que en aquella época ésta no esta
tan desarrollada.
Ahora surge
una pregunta: ¿cómo se acepta una hipótesis? La respuesta que podríamos dar es
que ésta se acepta si se comprueba con estadísticas. Supongamos que A causa B, luego se relaciona estadísticamente
A y B y si existe correlación, se aprueba la hipótesis. Sin embargo, esta es
una visión muy simplista para analizar si la hipótesis es correcta. Friedman
toma el concepto de Popper (2007) de que las hipótesis jamás se puede comprobar
si son verdaderas, y que solamente se puede observar que no sean falsas. Este
es el método falsacionista y se funda en que una hipótesis es una conjetura o
planteamiento provisional que no reúne todos los elementos de juicio para
declararla como una verdad pero que se acepta mientras no sea negada. En otras
palabras, una teoría al ser un conjunto de hipótesis y que éstas no sean
verdaderas pero que no hayan sido falseadas entonces esa teoría es
indudablemente temporal o provisional hasta que surja la posibilidad de falsear
la teoría, pudiéndose dar el caso que se acepte sin tener información que es
falsa. Este es el problema que acarrea el método hipotético deductivo. Tenemos
el caso de la relación del tipo de cambio y la inflación.
En la década de los años
ochenta la economía peruana tuvo una inflación con fuertes depreciaciones.
Luego muchos economistas plantearon modelos que explicaban que aumentos en el
tipo de cambio creaban inflación. Sin embargo, la experiencia demostró que es
la inflación la que presionaba al tipo de cambio a aumentar. Y luego a inicios
del presente siglo se dio el caso que la inflación se aceleró con una
disminución del tipo de cambio. Entonces existen muchos factores o variables
intervinientes que pueden alterar la hipótesis que se plantea inicialmente. Si
A causa B, también se puede dar el caso que C y D cause B. O también que A cause B utilizando la
variable C como interviniente.
Zanotti8F[2] (2013)
hace un análisis de la epistemología (teoría del conocimiento) de los
planteamientos de Friedman respecto a su visión del positivismo. Éste le da
importancia a la capacidad de predicción de la teoría asumiendo supuestos que
inclusive pueden ser irreales. Friedman inclusive explica que la predicción
puede ser hacia atrás, es decir, se puede aplicar a la historia económica.
Zanotti explica al respecto que Friedman prioriza el poder predictivo a la
explicación de los procesos del mercado. El mejor ejemplo es el modelo de la
competencia perfecta, el que veremos más adelante, donde sus supuestos son muy
alejados de lo que realmente es la competencia sin embargo el neoclasicismo lo
acepta dado que tiene cierto poder de predicción, descuidándose así la
explicación de los procesos que se presentan en el mercado.
Zanotti,
siguiendo a Friedman, señala lo siguiente: “Las hipótesis verdaderamente importantes
tienen supuestos que son una representación inadecuada de la realidad, e,
incluso, mientras más significativa la teoría, menos reales serán los
supuestos” (pág. 144). Zanotti explica en adición que según Friedman lo más
importante es abstraer los acontecimientos que rodean la hipótesis dejando solo
los esenciales de tal manera que ésta tenga la mayor capacidad de predicción
aun sacrificando la explicación de los procesos del mercado. Al respecto, la posición de Friedman es que el
objetivo de la ciencia es la predicción en vez de la explicación.
Ahora bien,
existen proposiciones que no necesariamente son hipótesis y que se pueden
considerar verdaderas y que no requieren del test empírico para su aprobación,
Este es el caso de los axiomas lo que amerita una explicación dado que es otra
metodología denominada axiomática deductiva y también el apriorismo
praxeológico. A continuación explicaremos la teoría general de la acción humana
2.- La teoría general de la acción humana de Ludwig
Von Mises
La Escuela
Austriaca de Economía, liderada por Von Mises (2012)9F[3] ha
planteado una epistemología y una manera de formular teorías, modelos y de
analizar a la economía muy diferente a la corriente principal económica
(mainstream). Si bien es cierto que
Mises no fue el fundador de esta escuela, en su tratado de economía la
Acción Humana sintetiza las ideas de Menger, real fundador de ésta y la sistematiza más allá de sus aportes
propios; en síntesis, plantea una nueva metodología para hacer economía.
Mises explica
que las ciencias de la acción humana se dividen en la praxeología y la
historia. Distingue ambos en el sentido que la historia requiere de la teoría
económica para la interpretación de los fenómenos económicos para lo cual
utiliza la estadística con datos fechados. Mientras que la teoría económica es
la ciencia más desarrollada de la praxeología y que se concentra ni en la
historia ni estadística valiéndose de como las personas actúan para satisfacer
sus necesidades y pasar a una situación mejor. La praxeología viene a ser todos
los principios con los cuales los seres humanos dotados de razón actúan para
mejorar su condición.
La economía, tomando estos principios, explica los
fundamentos de los mercados y la
formación de los precios y del intercambio. Estos principios caracterizan a la
ciencia económica, según Mises, por no requerir de la evidencia empírica para
plantear y defender sus teorías porque se consideran axiomas fundamentales de
la acción humana y al ser verdaderos no pueden ser contradichos. De ahí, a
través de un proceso deductivo sin descuidar la rigurosidad en cuanto a la
lógica, se desprenden una serie de proposiciones, sin necesidad de ser
hipótesis que tengan que comprobarse a través de la estadística, que nos
explican como son los procesos económicos.
Según
Mises, “las categorías a priori son el atributo que permite al hombre realizar
todo lo que es específicamente humano” (pág. 41)
Es a través
de éstas, que son parte de la mente humana, se desarrollan las teorías que han permitido
explicar los principios que rigen el comportamiento humano referente a la
definición de los medios y fines y su relación causa efecto en un mundo con
escasez de recursos. De la estructura lógica de la mente humana, propio en los personas,
es que la teoría general de la acción humana generaliza los procesos y
decisiones que conllevan al logro de los objetivos de los agentes económicos,
sean consumidores o empresarios, dado que éstos últimos no escapan de las leyes
del comportamiento humano relacionado a la satisfacción de las necesidades.
Esta estructura lógica al ser similar en las personas, hace posible que se
generalice a través de una teoría de la
acción humana sin distinguir región, tiempo, cultura, geografía, latitud,
inteligencia, credo, etc., y así se deducen una seria de proposiciones,
partiendo del axioma irreductible de la acción humana, que van a explicar la
conducta de los individuos, la praxeología, y su aplicación en la sociedad,
procesos del mercado libre de intervención. En tal sentido, la teoría busca
regularidad de las personas cuando actúan para pasar del malestar al bienestar.
Mises
explica un ejemplo de la geometría euclidiana de cómo se plantean las primeras
proposiciones de donde parte la deducción. Afirma que la selección es
arbitraria y que hace de acuerdo a una conveniencia o adecuación (pág. 45). En
base a esta definiciones Mises nos dice que esto no sucede en la teoría de la
acción humana dado que las primeras proposiciones están en la mente humana, en
las ideas y en el pensamiento y por tanto en la acción. En este sentido, las
categorías a priori son el “equipamiento mental para pensar y experimentar” y
que no es necesario la comprobación empírica ni las pruebas estadísticas.
Mises
explica que las ciencias naturales basan el conocimiento científico por medio
de la experiencia y experimentos.
A esto se le conoce como el empirismo o la
metodología positiva. Éste manifiesta que el positivismo desconfía de los
sentidos dado que plantea que la captura de la realidad por lo seres humanos es
imperfecta , que es imposible razonar a priori y que por tanto se hace
necesario comprobar mediante evidencia empírica el conocimiento científico, las
proposiciones planteadas como hipótesis o conjeturas, o verdades a ser
comprobadas por la experimentación. En el caso de la economía, el positivismo
al no poder efectuar experimentos en tiempo real, recurre a los datos
estadísticas, información fechada o como se le conoce, la historia.
El problema
del empirismo cuando se aplica en las ciencias sociales, en especial a la
economía, es que el investigador percibe parte de la realidad, lo que le
permite sus sentidos y razonamiento, y parte del resto de la realidad no lo
percibe, y aun en esta situación trata de dar una explicación completa de lo
que sucede en el ámbito de investigación, que en este caso es la conducta de
las personas, sus preferencias y los procesos económicos que se dan en el
mercado libre. En otras palabras se
infiere sobre lo no observado estando sujetos al problema de muestreo y a los
errores de medición (Mises, 2012)
Una
importante diferencia de las ciencias naturales y sociales, según Mises es: “en
las valoraciones humanas y consecuentemente en la acción humana, no se
encuentra la regularidad que caracteriza a los campos investigados por las ciencias
naturales” (pág. 59)
Una
característica de las categorías de las ciencias naturales es que no existen
fines, es decir, no hay conductas deliberadas para lograr un objetivo. En la
ciencia de la acción humana existen las ideas, el pensamiento, el razonamiento
y finalmente la acción cuyo objetivo es lograr el fin propuesto. Luego la razón y la acción es como las dos
caras de una moneda.
Mises nos
dice que “todo teorema de la praxeología es deducido mediante el razonamiento
lógico a partir de la categoría de la acción”. (pág. 81)
En adición,
Mises afirma que: “en el ámbito de la acción humana no existen relaciona es
constantes entre ninguna de las variables, consecuentemente, no hay medición ni
cuantificación” (pág. 105)
Sin
embargo, una importante contribución de la praxeología y de la teoría general
de la acción humana es que se puede predecir cualitativamente efectos cada vez
que el gobierno adopta una política económica, si los efectos serán positivos o
negativos. Esto se conoce como una predicción cualitativa.
Luego, la
economía no es historia, en cambio es una rama de la praxeología. Mises agrega
que: “el economista no basa sus teorías en investigaciones históricas sino en
razonamiento teórico como el del lógico o matemático” (pág. 119). En tal sentido
la historia económica necesita de la teoría económica para interpretar los
hechos sucedidos. La teoría implica una causa y un efecto y esta relación se
basa en la lógica económica y no en hechos fechados no en la historia, es
decir, de datos históricos o de estadísticas no se puede deducir proposiciones
teóricas.
Caso de estudio
a.-
Exposición sobre la praxeología.
El profesor
Hans Hermann Hope, en la Mises
University da una conferencia sobre el método austriaco, la praxeología y la
método axiomático deductivo. A lo largo
de la exposición, el profesor Hermann Hope da una serie de ejemplos sobre los
casos en que la investigación económica sí puede utilizar el método hipotético
deductivo, pero también explica que existen investigaciones que no requieren de
la evidencia empírica para aproximarse a la verdad ya que partiendo del axioma
de la acción humana se deducen proposiciones verdaderas. También nos enseña
sobre el positivismo y cómo utiliza las hipótesis, dando énfasis que éstas son
realmente conjeturas y solamente pueden ser falseadas mas no verificadas lo que
se contradice con el axioma de la acción humana. La exposición se puede ver en la siguiente
dirección electrónica:
https://www.youtube.com/watch?v=majCezkcydc&list=PLRRkOAqKeVOdZI-M2eSqrzvnkB5LuZSZG.
Recuperado el 18 de marzo 2017.
b.- Jean Baptiste Say y el método de la praxeología
Murray Rothbard.
Publicado en la página web del Instituto Hispano Mises el 18 de agosto
del 2014. Recuperado el 20 de marzo 2017 http://www.miseshispano.org/2014/08/j-b-say-y-el-metodo-de-la-praxeologia/
Este artículo está extraído de Historia
del pensamiento económico, vol. 1, El pensamiento económico hasta Adam Smith]
Una característica
particularmente destacada del tratado de J.B. Say es que fue el primer
economista en pensar profundamente acerca de la metodología apropiada para su
disciplina y en basar su trabajo, hasta donde podía, en dicha metodología. De
economistas anteriores y de su propio estudio, llegó al método único de la
teoría económica, lo que Ludwig von Mises iba a llamar “praxeología” más de un
siglo después. La economía, apreciaba Say, no se basaba en una masa de hechos
estadísticos concretos desordenados. Se basaba, por el contrario, en hechos muy
generales (fait généraux), hechos tan generales y universales y tan
profundamente enraizados en la naturaleza del hombre y su mundo, que todos,
aprendiéndolos o leyendo sobre ellos, darían su asentimiento. Estos hechos se
basaban, por tanto, en la naturaleza de las cosas (la nature des choses)
y en la implicaciones deductivas de estos hechos tan ampliamente enraizados en
la naturaleza humana y el derecho natural. Como estos hechos generales eran
verdaderos, sus implicaciones lógicas debían ser también verdaderas.
En su prólogo al Tratado,
que presenta la naturaleza e implicaciones metodológicas de su trabajo, Say
empieza siendo crítico con los fisiócratas y con Dugald Stewart por confundir
las ciencias de la política y de la economía política. Say veía que si la
economía, o la economía política, tenía que progresar, debía mantenerse por sí
misma como disciplina sin mezclarse íntimamente desde el principio con la
ciencia política, o la ciencia que establece los principios correctos del orden
político. La economía política, escribía Say, es la ciencia de la riqueza, su
producción, distribución y consumo.
Say continúa mencionando la
popularidad del método de Bacon de inducción de una masa de hechos en la formación
de una ciencia, pero luego añade que hay dos tipos de hechos, “objetos que
existen” y “acontecimientos que tienen lugar”. Está claro que los objetos que
existen son lo principal, ya que los acontecimientos que tienen lugar son solo
movimientos o interacciones de objetos existentes. Ambas clases de hechos,
señalaba Say, constituyen la “naturaleza de las cosas” y “una observación
cuidadosa de la naturaleza de las cosas es el único fundamento para toda
verdad”.
Los hechos pueden también
agruparse en dos tipos: generales o constantes, y particulares
o variables. Aproximadamente al mismo tiempo que Stewart, pero mucho más
exhaustivamente, Say lanza entonces una brillante crítica del método
estadístico y de la diferencia entre este y la economía política. La economía
política trata hechos o leyes generales:
La economía política, a
partir de hechos siempre observados cuidadosamente, nos hace conocer la naturaleza
de la riqueza; del conocimiento de su naturaleza deduce los medios de su
creación, desarrolla el orden de su distribución y los fenómenos que se
refieren a su destrucción. En otras palabras, es una exposición de los hechos
generales observados en relación con este tema. Con respecto a la riqueza,
es un conocimiento de los efectos y sus causas. Muestra a qué hechos va unida,
de forma que uno es siempre la consecuencia del otro.
Say añadía luego un punto
importante, que la economía “no recurre a ninguna explicación adicional para
hacer una hipótesis”. En resumen, al contrario que las ciencias físicas, los
supuestos de la economía no son hipótesis tentativas que deban ser, ellas
o las deducciones de ellas, probadas por hechos; por el contrario, cada paso en
la cadena lógica se basa en hechos generales definitivamente verdaderos, no
“hipotéticamente” verdaderos. (Podría añadirse que es precisamente esta
diferencia esencial entre el método de la economía y el de las ciencias físicas
lo que ha traído tanto desprecio sobre la cabeza de la praxeología durante el
siglo XX). En lugar de crear hipótesis, la ciencia económica debe percibir
conexiones y regularidades “a partir de la naturaleza de acontecimientos
particulares” y “debe conducirnos de una línea a otra, de forma que toda
comprensión inteligente pueda entender claramente en qué manera está unida la
cadena”. “Es esto”, concluye Say, “lo que constituye la excelencia del método
moderno de filosofar”.
Por el contrario, las
estadísticas muestran hechos concretos, “de un país concreto en un periodo
determinado”. Son “una descripción en detalle. Las estadísticas, añadía Say,
“pueden agradar la curiosidad”, pero “nunca pueden producir ventajas” si no
indican el “origen y consecuencias” de los hechos recabados y esto solo puede
lograrse por la disciplina independiente de la economía política. Es
precisamente la confusión de estas dos diciplinas lo que hizo de La riqueza
de las naciones de Smith, en palabras perspicaces de Say, una “masa
irregular y sin método de especulaciones curiosas y originales y de verdades
demostradas conocidas”.
Una diferencia esencial
entre estadística y economía, continúa Say, es que los principios generales o
“hechos generales” de esta última pueden descubrirse y por tanto conocerse con
certeza. Los principios de economía política, cuando se basen en “las
deducciones rigurosas de hechos general innegables”, “descansan sobre unos
cimientos inamovibles”. Son lo que von Mises llamaría posteriormente
“apodícticos”. La economía política, de hecho, “está compuesta por unos pocos
principios fundamentales y por una gran cantidad de corolarios o conclusiones,
deducidos de estos principios”. Los hechos concretos de las estadísticas, por
otro lado, son necesariamente inciertos, incompletos, inapropiados e
imperfectos. E incluso cuando son verdaderos, señala correctamente Say, “solo
son verdaderos durante un instante”. Otra vez, sobre la estadística: “qué
pequeño es el número de hechos concretos que se examinan completamente y qué
pocos de ellos se observan bajo todos los aspectos. Y al suponer que están bien
analizados, bien observados y bien descritos, cómo muchos de ellos no prueban
nada o directamente lo contrario de lo que se pretende establecer por ellos”. Y
aun así la gente incauta se ve a menudo deslumbrada por “una muestra de cifras
y cálculos (…) como si los cálculos numéricos por sí solos pudiera probar algo
y como si pudiera establecerse cualquier regla a partir de la cual pudiera
realizarse una inferencia sin la ayuda de un razonamiento sólido”.
Say continúa con una
crítica feroz del uso de estadísticas sin teoría:
Por tanto no hay una teoría
absurda o una opinión extravagante que no se haya apoyado en una apelación a
los hechos; y es también por los hechos por lo que las autoridades públicas se
han equivocado tantas veces. Pero un conocimiento de los hechos, sin un
conocimiento de sus relaciones mutuas, sin ser capaces de mostrar por qué uno
es una causa y el otro una consecuencia, realmente no es mejor que la
información en bruto de un oficinista.
Say denuncia a continuación
la idea de que una buena teoría no es “práctica” y de que lo “práctico” es de
alguna manera superior a lo teórico:
Nada puede ser más inútil
que la oposición de teoría y práctica. ¿Qué es la teoría, si no
es un conocimiento de las leyes que conectan los efectos con sus causas, los
hechos con los hechos? ¿Y quién puede conocer mejor los hechos que el teórico
que los analiza bajo todos sus aspectos y comprende su relación entre sí? ¿Y
qué es la práctica sin teoría, sino un empleo de medios sin saber cómo o por
qué actúan?
Say apunta luego
brillantemente por qué es imposible para pueblos o naciones “aprender de la
experiencia” y adoptar o descartar teorías correctamente sobre esa base. Desde
el principio de la era moderna, señala, riqueza y prosperidad han aumentado en
Europa occidental, mientras que al mismo tiempo los estados-nación han agravado
las restricciones del comercio y multiplicado la interferencia de los
impuestos. La mayoría de la gente concluye entonces superficialmente que lo
último causó lo primero, que el comercio y la producción aumentaron como
consecuencia de la interferencia del gobierno. Por otro lado, Say y los
economistas políticos argumentan lo contrario, que “la prosperidad de los
mismos países habría sido mucho mayor, si hubieran estado gobernados por una
política más liberal e ilustrada”. ¿Cómo pueden los hechos o la experiencia
decidirse entre estas dos interpretaciones enfrentadas? La respuesta es que no
pueden, que solo la teoría correcta, la teoría deducible de unos pocos hechos o
principios generales universales, puede hacerlo. Y por eso, señala Say, “las
naciones pocas veces obtienen ningún beneficio de las lecciones de la
experiencia”. Para hacerlo, “debe permitirse a la comunidad en su conjunto
entender la relación entre las causas y sus consecuencias, lo que a la vez
supone un grado de inteligencia muy alto y una rara capacidad de reflexión”.
Así, para llegar a la verdad, solo importa el completo conocimiento de unos
pocos hechos generales esenciales, “todo otro conocimiento de hechos, como la
erudición de un almanaque, es una mera recopilación, de la que no se genera
nada interesante”.
Además, en discusiones
sobre políticas públicas, cuando los “hechos” supuestamente van contra el
“sistema” de teoría económica, es realmente un “sistema” teórico enfrentado a
otro y , otra vez, solo puede prevalecer la refutación teórica. Así, dice Say,
si se habla de que el libre comercio entre naciones es ventajoso para todos los
participantes, se le acusa de ser un “sistema” al que se le opone la
preocupación acerca de los déficits en la balanza comercial, que es un sistema,
pero falso. Quienes afirman (como hicieron los fisiócratas) que el lujo
alimenta el comercio mientras que el ahorro es ruinoso, están presentando un
“sistema” y por tanto, en una prefiguración exacta del multiplicador
keynesiano, “alguien afirmará que la circulación enriquece a un estado y que
una suma de dinero, pasando por veinte manos diferentes, es equivalente a
veinte veces su propio valor”, también un sistema.
En una prefiguración
sorprendente y perspicaz de polémicas modernas, Say continúa explicando por qué
las deducciones lógicas de teoría económica deberían ser verbales en lugar de
matemáticas. Los valores intangibles de las personas, de los que se preocupa la
economía política, están sometidos a cambio continuo e impredecible: “sujetos a
la influencia de las facultades, las querencias y deseos de la humanidad, no
son susceptibles de ninguna apreciación rigurosa y, por tanto, no pueden
proporcionar ningún dato para cálculos absolutos”. Los fenómenos del
mundo moral, señalaba Say, no están “sujetos a cálculo aritmético estricto”.
Así que podemos saber con
seguridad que, en un año concreto, el precio del vino dependerá de la
interacción de su oferta, o existencia a vender, con su demanda. Pero para
calcular ambas matemáticamente tienen que descomponerse estos dos elementos con
precisión en la influencia independiente de cada uno de sus elementos y eso
sería tan complicado como para ser imposible. Así:
No solo es necesario
determinar cuál será el producto de la cosecha subsiguiente mientras esté
todavía expuesta a las vicisitudes del tiempo, sino la calidad que poseerá, la
cantidad que queda a mano de la cosecha anterior, la cantidad de capital que
estará a disposición de los tratantes y les obliga, más o menos con prontitud a
regresar a sus avances. Debemos asimismo valorar la opinión que pueda tenerse
como la posibilidad de exportar el artículo, que depende en todo de nuestras
impresiones con respecto a la estabilidad de las leyes y el gobierno, que
varían de día en día y respecto de lo cual dos personas distintas no estarán de
acuerdo. Todos estos datos, y probablemente muchos otros más, deben apreciarse
adecuadamente, solo para determinar la cantidad a poner en circulación,
que no es sino uno de los elementos del precio. Para determinar la cantidad
a demandar, debe conocerse ya el precio al que puede venderse el
producto, ya que su demanda aumentará en proporción a su baratura; también
debemos conocer las existencias previas a mano y los gustos y medios de los
consumidores, tan variados como sus personas. Su capacidad para comprar variará
de acuerdo con la condición más o menos próspera de la industria en general y
de la suya en particular; sus deseos variarán también en la proporción de
medios adicionales a su disposición para sustituir una bebida por otra, como
cerveza, sidra, etc. Omito un número infinito de consideraciones menos
importantes, que afectan más o menos a la solución del problema.
En resumen, la enorme
cantidad de determinantes imprecisos, cambiantes y cuantitativamente desconocidos
hace imposible la aplicación del método matemático en la economía. Y por tanto
quien
haya pretendido hacerlo, no
ha sido capaz de enunciar estas cuestiones en lenguaje analítico, sin
desviarlas de su complicación natural, por medio de simplificaciones y
supresiones arbitrarias de las cuales las consecuencias, no estimadas
adecuadamente, cambian siempre esencialmente la condición del problema y
pervierten sus resultados, de forma que ninguna otra influencia puede deducirse
a partir de dichos cálculos que no sea de la fórmula arbitrariamente supuesta.
Las matemáticas,
aparentemente tan precisas, acaban reduciendo inevitablemente la economía del
conocimiento completo de principios generales a fórmulas arbitrarias que
alteran y distorsionan los principios y por tanto corrompen las conclusiones.
¿Pero entonces cómo va a
aplicar el economista político, conociendo los principios generales con
certidumbre, estos principios a problemas concretos, como la condición del
mercado del vino? Aquí también Say anticipaba las brillantes conclusiones de
Ludwig von Mises sobre la relación apropiada entre teoría e historia, teoría y
aplicación concreta. Esa teoría aplicada en economía, indicaba Say es un arte
más que una ciencia estricta:
¿Qué debe entonces hacer un
investigador curioso en la aclaración de un tema tan complicado? Lo mismo que
debería hacer bajo circunstancias igualmente difíciles, que deciden la mayor
parte de las acciones de su vida. Examinará los elementos inmediatos del
problema propuesto y después de haberlos evaluado con certidumbre (lo que puede
hacerse en economía política), valorará aproximadamente sus influencias mutuas
con la rapidez intuitiva de una comprensión ilustrada, ella misma solo un
instrumento por medio del cual puede estimarse, pero nunca calcularse con
exactitud, el resultado principal de un grupo de probabilidades.[1]
J.B. Say relaciona a
continuación las falacias del método matemático en economía con las enseñanzas
de su gran mentor el fisiólogo Cabanis. Cita a Cabanis sobre cómo los
escritores sobre mecánica distorsionan gravemente los temas cuando tratan
problemas de biología y medicina. Citando a Cabanis:
Los términos que empeaban
eran correctos, el proceso de razonamiento estrictamente lógico y, sin embargo,
todos los resultados eran erróneos (…) es por la aplicación de este método de
investigación a sujetos a los que es completamente inaplicable, por lo que se
han mantenido los sistemas más caprichosos, falaces y contradictorios.
Say añade luego que sea
cual sea lo que se haya apuntado acerca de las falacias de método mecanicista
en biología, es a fortiori aplicable a las ciencias morales, razón por
la que nos vemos “siempre equivocados en economía política, siempre que hemos
sometido estos fenómenos a cálculo matemático. En ese caso, se convierte en la
más peligrosa de todas las abstracciones”.
Finalmente, Say señala
perspicazmente otro problema que, entonces como ahora, lleva a gente con
formación a rechazar los principios y conclusiones de la economía.
Son demasiado propensos a suponer
que la verdad absoluta se limita a lo matemático y a los resultados de
observación y experimentación cuidadosas en las ciencias físicas, imaginando
que las ciencias morales y políticas no contienen hechos invariables o verdades
indiscutibles y por tanto no pueden considerarse como ciencias genuinas, sino
simplemente sistemas hipotéticos, más o menos ingeniosos, pero puramente
arbitrarios.
Para reforzar esta opinión,
los críticos de la economía apuntan a las muchas grandes diferencias de opinión
en esa disciplina. ¿Pero y qué?, pregunta Say. Después de todo, las ciencias
físicas siempre han sido pasto de la polémica, a veces chocando “con tanta
violencia y aspereza como en economía política”.
El método matemático no era
solo el único sistema de abstracción que sufriría una completa demolición por
J.B. Say. Pues Say fue también agudamente crítico con los métodos verbales de
lógica que aparecieron en el empíreo con un trabajo continuo ni una
verificación repetida en referencia a hechos generales y universales. Eso fue
la principal objeción metodológica de Say contra los fisiócratas: “En lugar de
observar primero la naturaleza de las cosas o la manera en que tienen lugar, de
clasificar estas observaciones y deducir de ellas proposiciones generales”, es decir,
en lugar de ser praxeologistas, los fisiócratas
comenzaban estableciendo
ciertas proposiciones generales abstractas, a las que calificaban como axiomas,
al suponer que contenían evidencias inherentes de su propia verdad. Luego
trataban de acomodar los hechos concretos a ellas e inferir de ellas sus leyes,
implicándose así ellos mismos en la defensa de máximas evidentemente en
oposición al sentido común y la experiencia universal.
En resumen, un sistema de
teoría económica no solo debe ser axiomático-deductivo: debe siempre asegurarse
de basar esos axiomas en el “sentido común y la experiencia universal”.
En Prólogo a la cuarta
edición, Say planteaba objeciones similares contra David Ricardo y su sistema.
También Ricardo “a veces razona sobre principios abstractos a los que da una
generalización demasiado grande”. Ricardo, acusaba, empieza con observaciones
basadas en hechos, pero luego “lleva sus razonamientos hasta sus consecuencias
más remotas, sin comparar sus resultados con los de la experiencia real”.
Después de cierto punto en el razonamiento, “los hechos difieren mucho de
nuestro cálculo” y “desde ese instante, nada en el trabajo del autor se
representa como ocurre realmente en la naturaleza”. “No basta”, concluye Say,
“con establecer a partir de hechos: deben agruparse, revisarse continuamente,
sacarse de ellos las consecuencias comparadas constantemente con los efectos
observados”, de forma que
la ciencia de la economía
política (…) debe mostrar en qué manera, lo que tiene lugar en la realidad, es
consecuencia de otros hechos igualmente ciertos. Debe descubrir la cadena que
los une y siempre, a partir de la observación, establecer la existencia de los
dos enlaces en su punto de conexión.
[1] Esta distinción entre
teoría cierta y su aplicación por una “comprensión ilustrada” se aproxima a la
posterior distinción de Mises entre teoría conceptual (“Begreiffen“) y
comprensión (“Verstehen“).
[1] Friedman, M. “Ensayos sobre Economía Positiva”. Editorial Gredos.
Madrid. 1967
[2] Zanotti G. Caminos Abiertos. Un análisis filosófico de la historia de
la epistemología de la economía desde fines del siglo XIX hasta 1982. Unión
Editorial. Madrid. 2013.
[3] Mises L. Los fundamentos últimos
de la Ciencia Económica. Un ensayo sobre el método. Unión Editorial.
Madrid. 2012.
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