Realmente me pareció jocoso escuchar al ministro de economía
cuando salió en los medios televisivos intentando enseñarnos a todos nosotros, cual padre preocupado por
sus hijos, que ya es hora que todos aprendamos
a ahorrar para nuestra vejez. Éste es el término que usó el susodicho.
Quizás
quiso decir que debemos guardar pan para mayo. Me refiero al proyecto de ley relacionado
al ahorro obligatorio para los trabajadores de la cuarta categoría, que gracias
a Dios no fue promulgado.
Debemos deducir entonces que el ministro es una persona con
mucha sensibilidad social y que realmente se preocupa por el futuro de su
pueblo lo que demostraría que se trata de un político altruista, especie que se
encuentra extinción. Pues una persona altruista es aquella que se sacrifica en
bien de los demás. Bueno pues, yo diría
que la cosa es al revés, justamente él sacrifica a todo un pueblo con ese
altísimo y desproporcionado impuesto general a las ventas para después decir
que las cuentas fiscales están superavitarias
y que el gobierno tiene un gran ahorro y llevar a cabo su política
fiscal contracíclica que tanto les gusta a los keynesianos. Más bien, yo le
recomendaría que mejor se concentre en su trabajo y que no se angustie por
nosotros porque ya estamos bastante grandecitos.
Al respecto, hace unos días leí un artículo periodístico de un ex presidente de la Superintendencia de
Banca y Seguros donde señalaba que dicha ley estaba muy bien concebida y que es
un error que no se haya promulgado. Sin comentarios.
En cuanto a este espinoso tema, efectuemos un análisis desde
una perspectiva diferente, me refiero al
derecho que tienen las personas a decidir sobre sus actividades presentes y
futuras, es decir, desde un ángulo que va más allá de la ciencia económica y
explora el maravilloso mundo de la ética y la moral.
Los economistas clásicos del siglo XVIII y XIX, como fue el
caso de Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, J.B. Say, y
economistas austriacos del siglo XX como Ludwig Von Mises y F.A. Hayek, quienes más allá de ver al ahorro como una
virtud, nos convencieron que es una acción propia de las personas responsables que
quieren estar mejor en el futuro.
Plantearon un principio elemental que se ha
venido aplicando miles de años por diferentes culturas: el ahorro es un
sacrificio de consumo presente que nos permitirá consumir más en el futuro. Esto
dio lugar a que el ahorro se convierta en la fuente indiscutible de la
inversión. La correcta aplicación de este principio sin coerción de ningún tipo
por parte de las autoridades ocasiona que la economía se vuelva más capitalista
incrementando la productividad de los trabajadores con la consecuente mejora del
ingreso real. Así la sociedad tendrá una mejor calidad de vida.
Ahora bien, como sabemos, el ahorro es una decisión familiar y
de las empresas. La primera los canaliza en depósitos bancarios, comprando instrumentos
financieros o bienes raíces entre otros. Las segundas los invierten en su misma
empresa o en nuevas oportunidades que se les presentan.
En cuanto al ahorro de las personas, el mercado debe ser la
institución encargada de ofrecer una serie de alternativas las mismas que deben
ser analizadas y comparadas por los interesados de tal manera de tener
elementos de juicio para una correcta decisión.
Muy bien, hasta ahora todo es maravilloso, pero, ¿qué hace el
Estado interventor hoy en día?
Primero, decide por ti para que sacrifiques tu consumo
presente y ahorres, segundo, decide cuánto debes dejar de consumir y cuánto
debes ahorrar, tercero, influye en donde debes ahorrar dado que ha creado un
sistema que consiste en un oligopolio enmascarado conformado por un puñado de instituciones financieras autorizadas legalmente a recibir tus aportes
mensuales con la finalidad de administrar tú fondo cobrándote una altísima
comisión, y para que junto con tu capital y los intereses, tengas una pensión para
cuando te jubiles.
Sin embargo, si eres un joven que recién te insertas en el
mercado laboral no podrás elegir cómo y dónde ahorrar porque otra vez el Hermano Mayor hace de las suyas decidiendo
a que institución debes darle tus aportes mensuales (lo que dejas de consumir) para
que éste los administre.
Esta es la debilidad del sistema de administración del fondo
de pensiones. Pues considero que el Estado es totalmente arbitrario, autoritario e inmoral por la manera como
obliga a la gente a ahorrar entorpeciendo la capacidad de libre elección que
todo ser humano debe tener para decidir su futuro.
¡Qué buen negocio de las AFP al tener clientes fijos cada año!
Un ejemplo podría resumir la acción que desarrollan estas instituciones y el
Estado, que cómo se dice en el fútbol, juegan en pared.
Supongamos amigo lector que en su distrito, a pocas cuadras de
su casa, una familia decide invertir en un restaurante de comida criolla. Cómo
es natural, la gente al principio irá de curiosa para chequear la calidad de la
comida. Y así poco a poco se irá haciendo conocido. Éste se esforzará para
conseguir clientes y conservar a los que ya tiene. Competirá con otros
restaurantes que pueden ofrecer mejor comida y tratar mejor a los comensales.
Nunca tendrá asegurado a éstos porque pueden
cambiar de restaurante o simplemente no regresar más.
Pero supongamos que el Estado promueve una ley para que todas
las familias sean obligadas a comer una vez al mes comida criolla y que lo
hagan en un restaurante del distrito donde se vive y en cada uno de éstos debe existir
como máximo una cantidad determinada de restaurantes de tal tipo de comida.
Todo esto se hace dizque para incentivar el consumo de nuestra comida. ¿Qué
piensa usted al respecto? Obviamente que
el Estado está violando todas las normas
respecto a la libertad de las personas relacionadas a su libre elección
de comer lo que quieran y donde deseen más allá que estaría permitiendo que se
beneficien tremendamente los restaurantes al tener clientes fijos. Basta que
sean medianamente eficientes para que se hagan ricos.
Desafortunadamente el Estado actúa de esta manera, pues obliga
a la gente cómo, cuánto y donde ahorrar y cuánto de comisión debe pagar para
que administren su fondo. ¿Es esto libertad económica?, ¿por qué el Estado
tiene que decidir la manera cómo la población debe ahorrar?, ¿no sería mejor
que instituciones financieras ofrezcan en el mercado programas de ahorro de tal
manera que la gente escoja el que más le conviene?, ¿acaso no hay libertad de elección para que la
gente ahorre en las cuentas de ahorro en los bancos comerciales y en las cajas municipales las
mismas que compiten por los depósitos?
La solución es que en el mercado de la administración de los
fondos exista una gran cantidad de instituciones que puedan recibir y
administrar éstos y no solamente las
AFP.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
te invito a opinar