11 sept 2013

¡Estado protector decide cómo debes ahorrar!

Realmente me pareció jocoso escuchar al ministro de economía cuando salió en los medios televisivos intentando enseñarnos  a todos nosotros, cual padre preocupado por sus hijos,  que ya es hora que todos aprendamos a ahorrar para nuestra vejez. Éste es el término que usó el susodicho. 

Quizás quiso decir que debemos guardar pan para mayo. Me refiero al proyecto de ley relacionado al ahorro obligatorio para los trabajadores de la cuarta categoría, que gracias a Dios no fue promulgado.

Debemos deducir entonces que el ministro es una persona con mucha sensibilidad social y que realmente se preocupa por el futuro de su pueblo lo que demostraría que se trata de un político altruista, especie que se encuentra extinción. Pues una persona altruista es aquella que se sacrifica en bien de los demás.  Bueno pues, yo diría que la cosa es al revés, justamente él sacrifica a todo un pueblo con ese altísimo y desproporcionado impuesto general a las ventas para después decir que las cuentas fiscales están superavitarias  y que el gobierno tiene un gran ahorro y llevar a cabo su política fiscal contracíclica que tanto les gusta a los keynesianos. Más bien, yo le recomendaría que mejor se concentre en su trabajo y que no se angustie por nosotros porque ya estamos bastante grandecitos.

Al respecto, hace unos días leí un artículo periodístico  de un ex presidente de la Superintendencia de Banca y Seguros donde señalaba que dicha ley estaba muy bien concebida y que es un error que no se haya promulgado. Sin comentarios.

En cuanto a este espinoso tema, efectuemos un análisis desde una perspectiva diferente,  me refiero al derecho que tienen las personas a decidir sobre sus actividades presentes y futuras, es decir, desde un ángulo que va más allá de la ciencia económica y explora el maravilloso mundo de la ética y la moral.   

Los economistas clásicos del siglo XVIII y XIX, como fue el caso de Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, J.B. Say, y economistas austriacos del siglo XX como Ludwig Von Mises y F.A. Hayek,  quienes más allá de ver al ahorro como una virtud, nos convencieron que es una acción propia de las personas responsables que quieren estar mejor en el futuro. 

Plantearon un principio elemental que se ha venido aplicando miles de años por diferentes culturas: el ahorro es un sacrificio de consumo presente que nos permitirá consumir más en el futuro. Esto dio lugar a que el ahorro se convierta en la fuente indiscutible de la inversión. La correcta aplicación de este principio sin coerción de ningún tipo por parte de las autoridades ocasiona que la economía se vuelva más capitalista incrementando la productividad de los trabajadores con la consecuente mejora del ingreso real. Así la sociedad tendrá una mejor calidad de vida.

Ahora bien, como sabemos, el ahorro es una decisión familiar y  de las empresas.  La primera los canaliza  en depósitos bancarios, comprando instrumentos financieros o bienes raíces entre otros. Las segundas los invierten en su misma empresa o en nuevas oportunidades que se les presentan. 

En cuanto al ahorro de las personas, el mercado debe ser la institución encargada de ofrecer una serie de alternativas las mismas que deben ser analizadas y comparadas por los interesados de tal manera de tener elementos de juicio para una correcta decisión.
Muy bien, hasta ahora todo es maravilloso, pero, ¿qué hace el Estado interventor hoy en día?

Primero, decide por ti para que sacrifiques tu consumo presente y ahorres, segundo, decide cuánto debes dejar de consumir y cuánto debes ahorrar, tercero, influye en donde debes ahorrar dado que ha creado un sistema que consiste en un oligopolio enmascarado conformado por  un puñado  de instituciones financieras  autorizadas legalmente a recibir tus aportes mensuales con la finalidad de administrar tú fondo cobrándote una altísima comisión, y para que junto con tu capital y los intereses, tengas una pensión para cuando te jubiles.

Sin embargo, si eres un joven que recién te insertas en el mercado laboral no podrás elegir cómo y dónde ahorrar porque otra vez  el Hermano Mayor hace de las suyas decidiendo a que institución debes darle tus aportes mensuales (lo que dejas de consumir) para que éste los administre.
Esta es la debilidad del sistema de administración del fondo de pensiones. Pues considero que el Estado es totalmente arbitrario,  autoritario e inmoral por la manera como obliga a la gente a ahorrar entorpeciendo la capacidad de libre elección que todo ser humano debe tener para decidir su futuro.

¡Qué buen negocio de las AFP al tener clientes fijos cada año! Un ejemplo podría resumir la acción que desarrollan estas instituciones y el Estado, que cómo se dice en el fútbol, juegan en pared.

Supongamos amigo lector que en su distrito, a pocas cuadras de su casa, una familia decide invertir en un restaurante de comida criolla. Cómo es natural, la gente al principio irá de curiosa para chequear la calidad de la comida. Y así poco a poco se irá haciendo conocido. Éste se esforzará para conseguir clientes y conservar a los que ya tiene. Competirá con otros restaurantes que pueden ofrecer mejor comida y tratar mejor a los comensales. Nunca tendrá asegurado  a éstos porque pueden cambiar de restaurante o simplemente no regresar más.  

Pero supongamos que el Estado promueve una ley para que todas las familias sean obligadas a comer una vez al mes comida criolla y que lo hagan en un restaurante del distrito donde se vive y en cada uno de éstos debe existir como máximo una cantidad determinada de restaurantes de tal tipo de comida. Todo esto se hace dizque para incentivar el consumo de nuestra comida. ¿Qué piensa usted al respecto?  Obviamente que el Estado está violando todas las normas  respecto a la libertad de las personas relacionadas a su libre elección de comer lo que quieran y donde deseen más allá que estaría permitiendo que se beneficien tremendamente los restaurantes al tener clientes fijos. Basta que sean medianamente eficientes para que se hagan ricos.

Desafortunadamente el Estado actúa de esta manera, pues obliga a la gente cómo, cuánto y donde ahorrar y cuánto de comisión debe pagar para que administren su fondo. ¿Es esto libertad económica?, ¿por qué el Estado tiene que decidir la manera cómo la población debe ahorrar?, ¿no sería mejor que instituciones financieras ofrezcan en el mercado programas de ahorro de tal manera que la gente escoja el que más le conviene?,  ¿acaso no hay libertad de elección para que la gente ahorre en las cuentas de ahorro en los  bancos comerciales y en las cajas municipales las mismas que compiten por los depósitos?


La solución es que en el mercado de la administración de los fondos exista una gran cantidad de instituciones que puedan recibir y administrar éstos  y no solamente las AFP.

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