28 dic 2011

Brasil es la sexta economía del mundo

Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Investigador y docente universitario           
28 de Diciembre  2011

En la mayoría de medios informativos hemos leído y escuchado que Brasil se ha convertido en la sexta economía mundial desplazando nada menos que al Reino Unido. Pues no estamos hablando de fútbol, lo que no nos llamaría la atención sino de capacidad de producción.

Haciendo referencia  a lo publicado en estos días en el diario brasileño O globo, es la primera vez que un país de Sudamérica supera al Reino Unido en este ranking económico.

Sin embargo, esta nación aun está muy lejos en niveles de desarrollo humano ocupando el puesto ochentaicuatro de ciento ochentaisiete países evaluados. Reino Unido se conserva en un mejor lugar, el puesto veintiocho. Pero Brasil ha ido ganando terreno, pues, en el año 2010 superó a Italia pasando al puesto siete.

El ministro de Hacienda brasileño, señaló que en unos veinte años Brasil podría tener un nivel de desarrollo económico comparable al de los países europeos de seguir creciendo a un buen ritmo.

Se podría decir que Brasil ha superado al Reino Unido porque éste último ha sido afectado de una manera más severa que el primero desde que se inició la crisis financiera internacional. Cabe destacar que Brasil, en el tercer trimestre del presente año, no tuvo crecimiento económico. Las exportaciones crecieron apenas 1.8% mientras las importaciones disminuyeron en 0.4% lo que es señal de una economía que no anda del todo bien. Los comentarios fueron que gracias al sector exportador el producto bruto interno no tuvo un crecimiento negativo.

Lo que sí se puede apreciar es que la inversión extranjera directa tiene una tendencia creciente desde el año 2009. (ver estadísticas publicadas en Terra http://economia.terra.com.br/noticias/noticia.aspx?idnoticia=201112281442_BBB_80658344)

Varios economistas brasileños (ver fuente señalada anteriormente) recomendaron que se debe tomar con escepticismo estos resultados toda vez que el real ha ganado mucha fortaleza respecto al dólar y esto influyó mucho en los resultados que fueron estimados en dólares.

Otra opinión interesante fue que se debe tomar el PBI per cápita sobre todo si se considera que Brasil tiene una gran población (el PBI per cápita de Brasil es de aproximadamente 13,000 dólares). Los niveles de pobreza todavía son muy altos si se compara con países desarrollados. Inclusive, en una proyección, el PBI per cápita, en varias décadas, no llegaría al 50%  del que tendría los E.E.U.U.

14 dic 2011

El Perú hacia el 2021: Plan Bicentenario

Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Investigador y docente universitario           
13 de Diciembre  2011

Mediante Decreto Supremo  en el primer semestre del 2011 se aprobó el Plan Bicentenario hacia el año 2021. Los objetivos que plantea éste son los siguientes[1]:
1.     Una población que no tenga pobreza extrema, desempleo, desnutrición infantil, analfabetismo ni mortalidad infantil
2.    Un ingreso per cápita entre  $8,000 Y $10,000.
3.    Una duplicación  del PBI.
4.    Cuadriplicar las exportaciones
5.    Crecimiento del PBI de 6%.
6.    Tasa de inversión anual promedio del 25%.
7.    Aumentar la presión tributaria en 5% del PBI.
8.    Pobreza menor al 10% de la población total.
Sin lugar a dudas estos objetivos son muy ambiciosos y todos los peruanos quisiéramos que se cumplan. De ser así, el Perú estaría en una senda que lo acercaría a ser un país cuyos integrantes tengan una buena calidad de vida.  
Siguiendo con el Plan, éste contempla seis ejes estratégicos[2], que los resumimos a continuación:
1.  Derechos fundamentales y dignidad de las personas.
2. Oportunidades y acceso a los servicios.
3. Estado y gobernabilidad.
4. Economía, competitividad y empleo.
5. Desarrollo regional e infraestructura.
6. Recursos naturales y ambiente.

En este artículo, nos concentraremos en el eje estratégico Nº 4 relacionado a la economía. Éste contempla una serie de variables como: objetivo nacional, lineamientos de política, objetivos específicos los que se vuelven operativos con una serie de indicadores, metas y acciones estratégicas. Inicialmente analizaré el objetivo nacional y luego meditaré sobre cómo debe encararse la política económica con una visión de largo plazo.
El objetivo nacional del cuarto eje estratégico es el siguiente:
 “Una economía competitiva  con alto nivel de empleo y productividad”[3].
Y los siete objetivos específicos[4] son:
1.- Política estable y previsora que alienta el crecimiento económico sostenido a través de la inversión privada y pública en actividades generadoras de empleo.
2.- Estructura productiva diversificada, competitiva, sostenible y con alto valor agregado y productividad.
3.- Crecimiento sostenido de las exportaciones  sobre la base de una oferta exportable diversificada, actividades sostenibles y el acceso a nuevos mercados.
4.- Innovación, el desarrollo tecnológico y la aplicación del conocimiento científico.
5.- Incrementar empleos adecuados para la modernización inclusiva.
6.- Marco institucional y jurídico que garantice las inversiones.
7.- Mercados financieros transparentes y eficientes, con instituciones sólidas que facilitan el financiamiento y la inversión.
En relación al objetivo nacional percibo que está orientado hacia la macroeconomía dejando de lado la importancia que tiene la productividad de los factores productivos en especial  el de la mano de obra.
El objetivo contempla tres conceptos que están relacionados en la práctica: la competitividad, el empleo y la productividad. Mi inquietud es la manera como se ha planteado la secuencia lo que aparentemente de ser un problema de forma,  se puede convertir en uno de fondo. Yo considero que debe ser al revés: productividad, empleo adecuado y competitividad. Y explico la razón por la cual considero importante esta observación.
Sabemos que una intensificación del capital en los procesos productivos o que la economía en su conjunto se vuelva más capitalista traerá como consecuencia que tanto la producción como en especial la mano de obra se tornen más productivas. Esto a su vez ocasionará que las empresas demanden más trabajo y por consiguiente se dará un aumento sostenido del empleo adecuado y de los salarios reales. Luego, una economía más productiva será más competitiva toda vez que sus productos podrán ser ofrecidos en los mercados a mejores precios dados los menores costos unitarios.
En cuanto a los objetivos específicos, están bien planteados. Sin embargo es necesario darle un contenido estratégico a la política económica de tal manera que no solamente logremos éstos sino los superemos. Mi preocupación se sustenta en que está demostrado que políticas económicas intervencionistas no ayudan a lograr objetivos de largo plazo como los planteados en el Plan Bicentenario.
Lo primero sería definir la carga tributaria que deben soportar las familias con la finalidad que su economía sea afectada lo menos posible. Esto descansa sobre el principio liberal que las personas no deben sacrificarse por el simple hecho que el Estado necesite más recursos.
Por ejemplo, sabemos que el Impuesto General a las Ventas conocido como el IGV es extremadamente alto y esto nos perjudica a todos y en especial a los más pobres. En tal sentido, podemos plantear que este impuesto debe tener un valor máximo de 6%.
Ahora bien, para poder reducir el IGV es necesario que todas las empresas y trabajadores paguen sus impuestos, pero infelizmente esto no sucede en la actualidad. No cabe duda que ésta sería la razón por la cual el impuesto antes señalado lo mantienen tan alto en las últimas décadas[5].
Entonces la solución será que todo el mundo cumpla con los tributos y así las familias poseerán más recursos para gastar y/o ahorrar, pero, ¿por qué no es así? El problema de fondo es la informalidad en el mercado de trabajo el que se ha convertido en un problema álgido que enfrentamos constantemente. Por tanto la reducción de la informalidad laboral es, de manera natural, un objetivo específico.
Pero, ¿cómo reducimos la informalidad? Llevando a cabo una especie de revolución en la legislación de tal manera que sea fácil pagar impuestos y también que las empresas  estén incentivadas a tener empleados formales en sus filas. En otras palabras, crear las condiciones legales y económicas para que no sea caro contratar profesionales, empleados y obreros.
Sin embargo, es necesario definir los límites de la intervención del gobierno en temas de bienestar socio económico y sobre todo la proporción del gasto público respecto al PBI. Los programas sociales y los gastos en salud y educación  no pueden tener la misma envergadura eternamente y menos aumentar, pues, deben ir disminuyendo mientras la población tenga mayor capacidad adquisitiva y decida recurrir a servicios privados.
Podemos plantear que una parte considerable del servicio de salud que ofrece el Estado, en un lapso de tiempo determinado, sea absorbida por la empresa privada. Esto se lograría creando condiciones para que más  empresas privadas compitan en el mercado de los servicios de salud y seguros médicos.
Y en el caso de la educación, si el Estado no puede mantener centros educativos de buen nivel, me refiero a infraestructura y servicio educativo, deberá ir transfiriendo éstos  al mejor postor. Y en todo caso, que subsidie la demanda[6], lo que significa que la función pública debe dejar de ser constructor, operador y proveedor de servicios en el mercado de la educación.
Con estas dos líneas de acción, el gobierno tendrá más recursos para orientarlos a otros rubros de suma importancia como es la seguridad interna, externa, justicia e infraestructura. Es decir, una buena porción del gasto público debe ser sustituida  por el gasto privado.
Lo que hoy en día vemos es todo lo contrario. Primero, se definen las tareas del Estado (las que cada vez son mayores dependiendo del gobernante); segundo, se estima cuánto dinero necesita el Estado para su funcionamiento; y tercero, se “imponen” (o se mantienen que sería lo mismo) los impuestos sin importar como se vería afectada la economía familiar. Lo más preocupante de todo es que no se avizora un cambio en este método perverso de hacer política fiscal.
Esto responde a una visión colectiva de la economía dado que una gran parte del presupuesto de la república se gasta en programas sociales afectando al individuo que vive de su trabajo.
Por tanto, mientras no se ataque de raíz la informalidad laboral los impuestos, que afectan a las familias y empresas, se mantendrán muy altos. El gobierno seguirá recaudando una gran cantidad de dinero y lo gastará en programas sociales asistencialistas y dará vueltas y vueltas en políticas económicas mercantilistas que podrían arrojar por la borda los objetivos del Plan Bicentenario.


[1] Página 25 del Plan Bicentenario
[2] Página 14 del Plan Bicentenario. En el gráfico Nº 2 figuran los seis objetivos nacionales que coinciden con los ejes estratégicos.
[3] Página 168 del Plan Bicentenario.
[4] Páginas  173-178 del Plan Bicentenario.
[5] La disminución de los impuestos sin disminuir el gasto público crea déficit fiscal. En todo caso tendría que ir acompañada de una reducción del gasto público, lo que políticamente es imposible. Luego, la única vía de solución es que a medida que aumente la base tributaria y sus respectivos ingresos, los impuestos pueden ir disminuyendo. Por tanto se necesita de una estrategia  con unos objetivos muy bien planteados.
[6] Subsidiar la demanda significa dar dinero a la persona para que decida como gastarlo. Subsidiar la oferta consiste en que el Estado construya el colegio, pague profesores, mantenga la infraestructura y que los alumnos no paguen el servicio. En el primer caso, hay libertad de elegir, en la segunda opción el centro educativo se impone.

17 nov 2011

Control de precios en la Argentina

Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Investigador y docente universitario           
17 de Noviembre  2011

“Dólar paralelo. Control de cambios. Tarifas congeladas para enfrentar la inflación. Desequilibrio fiscal por esas mismas tarifas congeladas. Dólar contenido, también para parar la inflación. Retraso cambiario porque la inflación sigue. Control de precios para poner otro límite a la inflación. Un juego del gato y el ratón entre los compradores de dólares y el Banco Central. Segundo juego del gato y el ratón entre empresarios con los precios, y sindicatos con los salarios. Tercer juego del gato y el ratón, entre las empresas y la Secretaría de Comercio, ésta para controlar, los empresarios para eludir el control. Cuarto juego del gato y el ratón: expectativa de devaluación contra tasa de interés en pesos. ¿Estamos en el 2011 o en el 2012? No: es la economía inflacionaria de los 70 y los 80.”
Este párrafo de un artículo argentino parece un caso de historia económica de la década de los años ochenta, pero no es así querido lector, es un caso de actualidad.
El economista Luis Rappoport, en el diario Clarín.com, publicó el 14 de noviembre una columna dejándonos a nosotros los peruanos, y seguramente al mundo entero que cree en la libertad económica, con la boca abierta.  
Lo sorprendente y sensacional de esta noticia es que parece de otro planeta. O quizás, de una vivencia real de hace varias décadas traídas por un túnel del tiempo o de “un agujero de gusano” donde el tiempo ni el espacio existe. Como sabemos todos, en la mayoría de países del mundo las monedas nacionales se han fortalecido fuertemente respecto al dólar. En otras palabras, los tipos de cambio moneda nacional versus dólar han disminuido en relación a los últimos años. Como ejemplo tenemos la economía peruana: el tipo de cambio nominal llegó a cotizar 3.5 nuevos soles por dólar y ahora está bordeando un valor de 2.8 nuevos soles por dólar.
 Entonces, ¿cómo hacen los políticos argentinos para que en un contexto mundial de debilitamiento del dólar tengan que controlar el tipo de cambio que presiona al alza? La respuesta es la siguiente. FALTA DE CONFIANZA en la política económica.
A continuación, reproduzco el artículo completo: “el dólar y los fantasmas que devuelven al pasado” del economista antes citado.
“………………En esas décadas, con sus más y sus menos, otras economías latinoamericanas vivían situaciones parecidas. Si algo tuvieron de positivo las reformas de los 90, fue terminar con la inflación y con el resto de sus consecuencias. El costo fue altísimo: desindustrialización, polarización social, desocupación y pobreza. Los otros países de la región apostaron al futuro: se quedaron con la estabilidad de precios y -de a poco- corrigieron los excesos del Consenso de Washington de la mano del boom de los commodities. Pero no dilapidaron el costo pagado. Nosotros volvimos atrás.
Ahora estamos repitiendo los viejos dilemas: ¿seguir acumulando retrasos cambiarios y tarifarios? Si es así, ¿cómo financiamos el déficit presupuestario? ¿Y si se nos viene encima el déficit externo, nos volvemos a endeudar? ¿A qué tasas? ¿Qué secuencia usar: primero aumentar las tarifas o el tipo de cambio? ¿O primero nos endeudamos? ¿En qué ritmo? ¿Gradualismo o shock? ¿Aumento de tarifas masivo o aumento discriminado según nivel socioeconómico? ¿Cómo administrar esa discriminación? A falta de mercado de crédito, ¿cómo financiar la inversión? ¿Qué método de control es más eficaz? Etc., etc., etc. Son todos temas abandonados por el resto de los países de la región, y del mundo, con excepción de Venezuela. Todo el planeta sabe que la inflación es mala y, al tener resuelto ese tema, los países debaten otros dilemas.
Pero en este retorno al pasado hay varias cosas nuevas. Al destruir el INDEC, rompimos toda posibilidad de indexación de los contratos: eso hace más difícil manejarse con una inflación como la nuestra. Pero sobre todo, los argentinos ya no somos los de los 70 ni los de los 80. Vivimos dos experiencias traumáticas, la de la hiperinflación y, peor aún, el Estado robó nuestros ahorros tres veces en poco tiempo: la primera con el plan Bonex, la segunda con el corralito y la tercera al romper el pacto de indexación de bonos a través de la mentira en el índice de precios.
Entre los ciudadanos reaparece lo que venimos sabiendo pero no quisimos ver, esa incertidumbre con una pregunta que está en boca de todos: ¿qué va a pasar, cómo sigue esta película rancia en blanco y negro? Esos ciudadanos piensan en sus ahorros.
En lo inmediato, la respuesta depende de la capacidad de nuestros funcionarios para responder a esos dilemas abandonados por el resto de los países. Los funcionarios están condenados a mirar hacia atrás y analizar lo que pasó en los 70 y los 80. Van a ver lo malo y lo muy malo. Porque lo bueno, lo virtuoso, no lo van a encontrar. Como tampoco lo van a encontrar en los 90 en que pagamos los excesos inflacionarios con los excesos del neoliberalismo.
Si algo les puedo sugerir es que eviten lo muy malo. Y para eso me permito transmitirles algunas ideas sencillas que todos sabemos.
No se dediquen a fabricar pesos para luego, vía control de cambios, obligar a que perdamos los ahorros por la inflación. No obliguen a una población -que no quiere tener pesos- a quedarse con ellos. Eso genera un mercado de dólar paralelo. Si hace falta devaluar, devalúen (eso ya lo asumimos todos), pero eviten el dólar negro.
El ahorro no es malo, no todo es comprar autos, smart phones y pantallas de LED: estudien de cuando en tiempos de Perón se acostumbraba a los chicos con la Libreta de Ahorro Postal. Es una forma de prevenir contra le vejez mucho más eficaz que hacerle juicios al Estado.
Si los ciudadanos quieren guardar dólares, dejen que los tengan; después de todo es una fantasía de valor como cualquier otra. Ustedes saben que no hay otra forma porque -a falta de INDEC- no hay indexación posible.
El ahorro es bueno también para el Estado: si no hubiésemos gastado de más durante estos años de bonanza, ahora no estaríamos de vuelta en el pasado.
Repasen los libros de economía. La inflación se va a comer los pesos de más que ustedes emitieron para ganar las elecciones. Después dejen solamente los pesos que los argentinos quieran conservar para realizar sus compras cotidianas.
No violenten a la población, respeten a sus amigos y conciudadanos: si ustedes pretenden que guarden en los bancos pesos que no sirven -por la inflación que ustedes mismos generan desde hace cinco años-, van a despertar al peor de nuestros fantasmas.”

22 sept 2011

¿Existe el altruismo en la política?

Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Investigador y docente universitario           
22 de Setiembre 2011

Un nuevo tipo de político está de moda, dizque con “sensibilidad social” que con tal de ayudar a los más necesitados está dispuesto a que todos corramos el riesgo que la economía colapse. A éste lo llamo “el político altruista”; pero un momentito, ¡de altruista no tiene nada! Para entrar en sintonía contigo amigo lector, en las siguientes líneas  lo defino con mayor rigor:
 “político altruista es todo sujeto que piensa, toma decisiones y actúa con el afán de llegar y mantenerse en el poder convenciendo a una considerable parte de la comunidad que tiene  mucha sensibilidad social, y que su mayor preocupación es solucionar el problema económico de una gran mayoría a costa de sacrificar a una minoría todo en aras de la justicia social”
¡Pero para que se dé el altruismo es indispensable el sacrificio de una persona en bien de otra, sin nada a cambio! Esa es la condición por excelencia. El altruista sacrifica recursos propios, su tiempo y en muchos casos, hasta su propia vida.  Entonces, ¿es altruista una persona que ofrece ayudar sin sacrificar ningún recurso propio? Ciertamente no. Sin embargo, esto es lo que hacen muchos políticos que se jactan de tener “sensibilidad social”.
El verdadero altruismo siempre será bienvenido por todos nosotros porque es un ejemplo para la humanidad. Los grandes líderes espirituales, con su ejemplo y obra, han dejado una huella digna de ser seguida por muchos. Todos nosotros practicamos el altruismo aunque sea de manera moderada cuando nos sacrificamos por nuestros hijos, hermanos, padres y familiares y amigos en general.
Este tipo de político nunca se sacrifica, sino todo lo contario, se beneficia de  nosotros. Siempre embauca a una buena parte de la población con su doble discurso, pues, trata de convencer a los ingenuos que actúa con la única finalidad de “ayudar” al más necesitado. Usando los términos de un gran columnista del diario El Correo de Lima Perú, «este señor ayuda con la mía y no con la suya». Pero para evitar mostrar su flanco débil, utiliza una estrategia que consiste en que la mejor defensa es el ataque.
¿Cuál es la defensa? Atacar al liberalismo económico y al capitalismo diciendo que es inhumano, que no tiene rostro humano, incentiva la explotación, excluye a parte de la población, crea desempleo, subempleo, pobreza, resentimientos, conflictos sociales y que por tanto debe ser controlado al milímetro. Todo esto  ya lo conocemos. ¿Cuál es su debilidad? Él no se sacrifica por nadie y se vanagloria de ayudar a la comunidad, pero luego de un periodo de tiempo, las medidas promovidas fracasan  ¿Cuál es su filosofía de fondo cual vil patraña? Los que más tienen deben sacrificarse por lo que menos tienen para que la distribución del ingreso sea más equitativa
Pero lo que no sabe o no quiere aprender este tipo de político es que el capitalismo como sistema social es el único que no exige sacrificios ni mártires, que ha permitido libertad individual y ha creado las condiciones para que justamente los más pobres y sus hijos mejoren su calidad de vida. El capitalismo va de la mano con la libertad  política y económica y es primo hermano de la democracia.
Lo preocupante es que el altruismo político se convierta en un paradigma que distorsione la política económica por un buen tiempo. Pues ésta perdería su contenido científico y se volvería empírica o ideologizada y por tanto no tendría como fundamento una teoría económica con sólidos argumentos que se base en la libertad de los individuos para construir su propio destino.


10 sept 2011

La ilusión del sueldo mínimo


Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Investigador y docente universitario           

LA ILUSIÓN DEL SUELDO MÍNIMO    


Julio trabaja como mozo en un restaurante en el centro de Lima, desde  las ocho de la mañana en que atiende el desayuno. Se levanta a primera hora y camina como veinte minutos para poder tomar una combi que lo lleve a su destino pero esto no lo afecta por su juventud. Vive en el cerro San Ignacio de Loyola, más o menos lejos de su trabajo. Regresa por la noche a su casa después de pasarse prácticamente todo el día atendiendo clientes, quienes por lo general, no son muy delicados en la forma de tratarlo.
Junto a su casa vive su buen amigo Enrique, vecino de hace muchos años quien se desempeña como obrero en la industria de la construcción. El trabajo de ambos es similar en muchos aspectos, pues, los dos laboran por horas y no tienen beneficios sociales, es decir, ni salud ni una futura pensión. Los empresarios siempre le manifiestan a ambos que su situación de trabajadores informales se debe a que el sueldo mínimo es muy alto, muy por encima de lo que normalmente se paga en el mercado de gente no calificada y que por el contrario a lo que se cree, esta medida afecta a los más pobres. Todo esto es consecuencia de la pésima política económica implementada por los diferentes gobiernos hace décadas sobre todo en temas laborales.
Ambos no entendían nada de lo que les decían. Pero lo que les importaba a ellos es que el salario que reciben de manera informal, aun siendo muy bajo, les permite mantener un hogar pequeño, de un hijo cada uno. Las esposas colaboran a la economía familiar cocinando en un comedor popular por horas.
Un día, el dueño del chifa, el señor Yan, quien fumaba como chino en quiebra, lo llama a Julio y le dice con un tono de voz ronca y gastada propio de un fumador empedernido:
-Julio, he decidido aumentarte el sueldo a seiscientos nuevos soles y a partir de ahora serás un trabajador formal, y te pagaré tus derechos sociales. Sé que serás más productivo, te vas a identificar más con el negocio y te sentirás mucho mejor. Te iré incrementando tu ingreso por pocos, dependiendo de nuestra eficiencia y sobre todo, del trato al cliente y de la calidad de la comida. Debes tener paciencia, pues estoy dando el primer paso.
-Gracias jefecito, usted se pasa –le dice Julio con mucha reverencia-. No esperaba su intención de hacerme sentir parte de este restaurante. Es verdad, tendré más ganas de chambear. Gracias nuevamente. Se lo contaré ahora mismo a mi familia.
Julio retorna a su hogar de noche, cansado pero contento listo para contarle a su mujer e hija. Una vez conocida la noticia, todos estaban felices porque era la primera vez que se convertía en un trabajador formal y eso lo beneficiaba no solamente por el mayor sueldo sino también en el aspecto sicológico porque se sentiría más integrado a la sociedad.
Después de seis meses, el país se encontraba  dividido en el aspecto político por la campaña electoral. Uno de los  postulantes a la presidencia prometía aumentar el sueldo mínimo vital a la suma de setecientos cincuenta nuevos soles. Julio se ilusionó porque en su trabajo le iban a pagar lo que la ley manda ya que ahora era un trabajador formal.
Terminada la campaña electoral, dos meses después, el candidato que idolatraba Julio ganó las elecciones. La ansiedad era máxima por escuchar el mensaje presidencial. Y justamente, el flamante presidente de la República planteó el incremento del sueldo mínimo tal como lo había dicho en la campaña. En la casa de Julio estaban llenos de júbilo porque sería el segundo aumento en menos de un año.
Una tarde del primer día útil después del mensaje presidencial, el señor Yan lo llama a Julio a su oficina:
-¡Hola Julio!, tengo que hablar contigo y esta vez, al igual que la vez pasada, voy a ser sincero contigo –le dice con una voz de preocupación y con cierto sentimiento de culpa.
-¿Qué pasa jefe, he metido la pata con algún cliente? Usted sabe que yo los trato muy bien y muchos de ellos son mis causas y me quieren.
-¡No Julio, no es eso, es otro tema!, se trata de la nueva medida del gobierno relacionada al sueldo mínimo vital.
-Sí manyo el tema jefe, se lo dejo en sus manos –decía Julio de la boca para afuera, pero en ese mismo instante pensaba «me tienes que subir, no te hagas el loco chino tísico, no puedes zafar esta vez, te jodiste» Sin embargo presentía algo negativo por la manera como le hablaba Yan. No estaba alegre como la vez pasada cuando le dijo que le aumentaba el sueldo a seiscientos nuevos soles. En esta situación difícil, no le quedaba otra cosa a Julio que esperar la noticia por muy mala que sea.
-Julio, he realizado unas cuentas y si te pago setecientos cincuenta nuevos soles, tendría problemas financieros justamente por los beneficios laborales que se incrementan como la espuma de mar; igual me pasaría con el resto de muchachos, pues, realmente yo los quiero tener como trabajadores formales, pero no me queda otra que seguir pagándoles lo mismo, prometo mantenerles el sueldo pase lo que pase, pero regresarían a ser informales. Yo quiero que sigan trabajando conmigo. Ya veremos qué hacer en el futuro.
-Jefe, qué problema realmente, lo entiendo, usted no nos quiere fregar, pero si sube el sueldo a setecientos cincuenta mangos, el negocio peligra y sería peor para nosotros, ¿no?
-Cierto Julio, quisiera saber si deseas seguir trabajando, con el mismo sueldo, pero de manera informal, ¡lo siento mucho!
Julio ya había tomado la decisión de aceptar porque peor era quedarse sin nada de dinero, pero anímicamente se sintió muy mal, y pensaba qué le iba a decir a su familia. Él nunca fue un desempleado, tenía que ganarse la vida trabajando como lo hizo su padre y eso lo llenaba de orgullo.
-¡Acepto jefe! –dijo Julio con una voz tembleque.
Al día siguiente, viernes por la noche, se encuentra con su amigo del alma, Enrique.
-Amigo, vamos a chuparnos unas chelas a la esquina y te cuento lo piña que soy en la chamba.
En eso enrumbaron hacia la cantina hablando de otros temas. Una vez sentados en la mesa, José llama al mesero.
-Oye chochera, tráete un par de pomos al polo como le gusta a la gente brava
- Al toque mister, ya vuelvo.
 Después que ambos se habían tomado casi las dos cervezas y ya un poco picaditos, Enrique le dice:
-José, ¡cuéntame lo del chifa antes que te embombes y te dé la llorona!
- Ja ja ja, no es para tanto cuñadito. Bueno, te cuento que el chino Yan no me pudo subir el sueldo porque de lo contrario el negocio tendría un roche económico.
-¡Qué cosa! – dice de manera sorprendida Enrique- ¡No te atraco! Si ya eres formal tiene que subirte el billete, porque si no lo hace el tío manca contigo. Estás en tu derecho amigo y puedes ir a quejarte al ministerio de trabajo.
-¡No seas monse causita!, tú sabes que el chino no tiene la obligación de darme chamba, y si lo hace, es porque quiere. Además, él me ha dicho que desea seguir trabajando conmigo y que jamás me disminuirá el sueldo. Así que he aceptado seguir en el chifa.
-Oye cuñadito,  ¿vas a aceptar semejante desfachatez? ¡Quéjate! ¡No te me arrugues! ¡Presiónalo a ese chino! ¡No seas conformista!
-¿A quién me voy a quejar causita? Tú sabes que firmo contrato cada tres meses y justo vence en unos días. Además, yo sé que Yan no es mal intencionado, yo soy su chocherita. El chino es buena gente. ¡Créeme carajo, ya me estás llegando con la misma huevada, pareces disco rayado!
- Ja ja  ja, ¡tá bien! ¡tá bien!, ¡no te me achores!  Bueno compadre, haga lo que crea conveniente, al fin y al cabo, “a mí me pasa lo mismo que a usted”, como dice una canción de la época de mi viejo. Somos dos informales ¡y qué! ¡Nunca entenderemos a los políticos ni esas huevadas del sueldo mínimo, de la inclusión social y tanta cojudez! Sigamos disfrutando de estas chelitas y hablemos de fútbol. ¿Qué te parecieron los goles del exterminador de Guerrero contra Venezuela en la última copa América? ¡Excelentes! ¿No? ¡Habla!

23 ago 2011

¿Qué es la Inclusión Social?

Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Investigador y docente universitario           
22 de Agosto del 2011

Últimamente la expresión de moda es “crecimiento económico con inclusión social”. Este término acompaña a todos los políticos como si de un rezo se tratara. Se ve muy mal, o mejor dicho, se escucha mal al oído de una persona “con sensibilidad social” decir crecimiento económico con generación de riqueza. Eso huele a neo liberal, a ideas totalmente desconectadas del problema social,  alejadas de los más pobres y como un símbolo del fracaso de las últimas décadas por la sencilla razón que actualmente hay demasiada pobreza. No utilizar esta ”expresión” lo puede volver a uno un ser malvado y un canalla capitalista, insensible al dolor ajeno que debe ser “excluido” del análisis económico y político sin más vuelta que darle.
El 21 de agosto el director del diario El Comercio, Francisco Miro Quesada Rada, publicó en su columna de editor un interesante artículo sobre la inclusión social. Cito uno de los párrafos:
“Para lograr la inclusión social se deben aplicar políticas que, en primer lugar, generen el acceso a la riqueza para todos los peruanos y esto se logra con inversión privada y pública. El trabajo, la posibilidad de acceder al trabajo con un salario digno, es el primer paso para la inclusión social, porque significa un gran progreso para la reducción de la pobreza. No puede haber inclusión social sin una pronta distribución de la riqueza, para que los peruanos seamos protagonistas en el acceso al proceso productivo de la nación. Mientras continúe la pobreza, que es cierto se ha reducido, no podrá haber inclusión social”.
 En adición, la semana pasada, el mismo diario publicó el 21 de agosto algunos resultados de la mesa redonda sobre la inclusión social y la desnutrición infantil, liderada por el director antes mencionado, donde se señala que en orden de prioridad, se encuentra en primer lugar la desnutrición infantil y en segundo lugar, la pobreza.
No cabe duda que es muy bueno que las autoridades y diferentes medios de comunicación se preocupen por esta situación de pobreza, extrema pobreza, exclusión social, desnutrición infantil y cómo lograr la inclusión social. En este caso todos esto son fines, pero el tema de fondo, a mi modo de ver,  son los medios para lograrlos, y ahí me parece que está la debilidad de lo que se está discutiendo intensamente.
Se dice mucho de aumentar el presupuesto y el gasto para lograr los fines. Pero me parece que no se toca el tema de fondo y se ha caído en un raciocinio circular donde se da vueltas y vueltas sobre el mismo tema, que no es nuevo realmente, y no se llega al meollo. Por ejemplo, si le digo a un niño que sea bueno, y él pregunta cómo debe hacer, yo le podría decir, que no sea malo, y si él me pregunta cómo debe actuar para no ser malo, yo le podría decir que sea bueno. De igual manera yo puedo decir que hay exclusión porque hay pobreza, y hay pobreza porque hay exclusión. Esto es caer en un loop como dicen los informáticos cuando el programa se cuelga y de vueltas y vueltas de una sentencia a otra y tenemos que apagar la computadora o reiniciarla.
Pero veamos el tema de fondo. De lo planteado en la cita antes referida y en lo que se refiere a la mesa redonda antes mencionada, se puede observar que es el gobierno a través de la política pública que va a disminuir la exclusión, lo que en buen romance significa inclusión social; que disminuirán la desnutrición infantil y la pobreza. Sin embargo, estas argumentaciones de manera implícita nos dicen que el crecimiento económico, que es consecuencia de la acción empresarial, no es suficiente y está en segundo plano para atacar los males antes señalados y que es el gobierno el que tiene que actuar. En el mejor lenguaje de un socialista, el mercado genera exclusión y por tanto pobreza, y sobretodo que estos pobres nunca podrán disfrutar de las bondades del crecimiento económico porque es como una especie de maldición que llevan sobre sus hombros generación tras generación.
Pero ¿qué es el mercado? Me atrevo a decir que los que plantean esto último es porque lo ven como las tiendas Wong, Ripley e Hiraoka, donde los incluidos sí   pueden comprar y el resto no. Pero el mercado es más que aquello, pues, es la interacción entre los seres humanos para satisfacer sus necesidades, donde una parte son aquellos que ofrecen su fuerza de trabajo y la otra parte, los empresarios que conjuntamente con el capital y la mano de obra producen y venden. Ahora bien, ¿acaso esta acción por parte de los seres humanos es excluyente? La respuesta es un categórico No. Por tanto lo que se necesita son más transacciones de compra y venta entre los individuos o si queremos llamarlo de otra manera, se requiere de más mercados. Pero retornemos a los conceptos de inclusión social.
Supongamos que el gobierno es eficaz y reduce la desnutrición infantil a través de la distribución de bienes y servicios en lugares focalizados. Esto sí podría ser efectivo pero para casos extremos. Si le damos leche a todos los niños en los  lugares más pobres del país, es cierto que la desnutrición disminuirá, pero, ¿por cuánto tiempo? Y aquí está el tema de fondo, ¿Cuánto tiempo deben durar estos programas? Pues deben ser vistos cómo una inversión social, que tiene un inicio y un fin. Si no recordemos la ley de los pobres en Gran Bretaña, que al final éstos tuvieron más hijos, los salarios reales bajaron y acabaron en revueltas y fue anulada esta ley. (Excelente explicación en “Economía Política” de John Stuart Mill). Y no hay necesidad que nos vayamos siglos atrás, pues, acá en Lima, hemos visto cómo se lleva a cabo el programa del vaso de leche el que se ha convertido en una fuente de trabajo y donde gente adulta  recibe una ración de leche. En una oportunidad se intentó disminuir el presupuesto para tal programa, y en pleno centro de Lima hubo disturbios y paralizaron todo el tránsito, y ¿y quien reclamó? Aquellos que  reparten la leche ¡oh maravilla! Y en un reportaje televisivo hace unos años se descubrió que una señora repartía leche en un distrito limeño de clase media como unos diez años y que jóvenes adultos se acercaban a su casa de esta señora con una jarra a recoger la leche. Y así otros casos.
Volviendo al tema de fondo, el caso de la inclusión es demasiado complejo, porque ¿quién podría decir si una persona es excluida? Teniendo en consideración que dos tercios de la oferta laboral es informal ¿No es el gobierno en las últimas décadas que incentivó la informalidad con sus políticas ineficientes y por tanto excluyó a los trabajadores de la  formalidad dejándolos sin pensión y salud?
Ahora bien, si el gobierno quiere desarrollar más programas asistencialistas como parte de su política, está en su derecho, pero lo que tiene que reconocer es que tiene que tener más recursos, y esto solamente se logrará si recauda más dinero. Y para lograr esto no hay otro camino que el crecimiento económico que tiene como base la libertad económica.
El análisis lo podemos desdoblar en dos partes, que al final llegan al mismo puerto. Primero, asumimos que el desarrollo de más mercados crea las condiciones para la disminución de la pobreza; por tanto deberá incentivarse  la libertad económica y el crecimiento económico absorberá cada vez a más gente mejorando su calidad de vida. Segundo, asumimos que el gobierno a través de su política pública disminuye la pobreza. En este segundo enfoque también se requiere del crecimiento económico para que el gobierno tenga más recursos. Luego, podemos plantear que en cualquiera de los casos no se puede prescindir del crecimiento de los mercados a todo nivel.
Por tanto no puede existir un crecimiento económico excluyente, pues, el tema es al revés, éste crea las condiciones para que cada vez más gente tenga mejor calidad de vida. 
El problema de fondo es la pobreza y no la exclusión y por tanto el esfuerzo debe ser dirigido en crear condiciones para el desarrollo de más mercados y no en la inclusión social.  Esto se logra con más capital, mejor mano de obra, mejor infraestructura, un  poder judicial competente y seguridad ciudadana. Solamente así, el gobierno, vía sus políticas públicas, podrá paliar los efectos perniciosos de la pobreza. La causalidad correcta es la siguiente:
CRECIMIENTO ECONÓMICO- MAYOR RIQUEZA - MENOR POBREZA – INCLUSIÓN SOCIAL
Y no al revés como se cree en muchos círculos intelectuales.

17 jul 2011

Actividad Económica I trim 2011

La desaceleración de la economía entre el IV trimestre del 2010  y el I trimestre del 2011[1][2]
Autor:  Marco Antonio Plaza Vidaurre
Investigador y docente universitario           
Colaborador: Jorge Moreno León                         15 de Julio del 2011

El comentario de los últimos días en la mayoría de diarios, en reportajes televisivos a diferentes expertos, analistas y políticos del gobierno de turno y del gobierno entrante, fue que la economía peruana tuvo una fuerte recesión en el primer trimestre de este año, dándose énfasis de que  alguien tiene que asumir la responsabilidad de lo acontecido. Pero, ¿qué pasó? ¿cómo así estamos en recesión? ¿no veníamos creciendo estupendamente como consecuencia de la gran recuperación después del frenazo que tuvimos como resultado  de la crisis financiera internacional en el año 2009? ¿cuál fue la causa?
Vimos en los medios de comunicación y en los diarios una especie de gresca cual lio entre dos vecinos echándose la culpa de lo sucedido. Me refiero al gobierno saliente y al entrante. El primero dijo que la culpa la tuvo la desconfianza creada por el plan de gobierno del presidente electo, dando origen a una expectativa negativa por parte de los inversionistas, al mejor estilo de una reacción propia del “espíritu animal” de los empresarios, según J.M. Keynes;  y el segundo, planteó que la desaceleración de la inversión pública fue de tal magnitud que frenó la demanda agregada ferozmente, haciendo  responsable al ministro de economía y finanzas por haber implementado una incoherente política fiscal contractiva, que dicho sea de paso, fue el Decreto de Urgencia Nro. 012-2011, publicado en el diario oficial El Peruano el 31 marzo 2011, mediante el cual se dictaron medidas extraordinarias para generar mayor ahorro público con el fin de asegurar la transición del gobierno y prevenir los peligros de una crisis externa. (ver: http://sisfoh.mef.gob.pe/descargas/du012_2011.pdf)
 Esta vez, y no siempre, nos permitiremos recurrir a la matemática, puesto que podemos obtener un promedio de los dos planteamientos. Y este promedio significa que ambos tuvieron, en parte, la razón. Veamos algunas cifras.
CUADRO Nº 1
Variación porcentual anualizada del consumo privado y
público, y de la  inversión privada y pública

Consumo
consumo
inversión
inversión
trimestre
Privado
Público
privada
pública
I TRIM 2010
5.4
14.0
11.5
19.9
II TRIM 2010
5.8
12.7
24.5
51.2
III TRIM 2010
6.2
9.5
28.6
23.5
IV TRIM 2010
6.5
7.7
24.1
20.9
ITRIM 2011
6.4
5.3
15.4
-6.3
Fuente: Cuadros estadísticos de la Nota Semanal del BCRP
Nota: Datos originales están en términos  reales
Elaboración propia

En el cuadro Nº 1  tenemos la variación porcentual del consumo e inversión, tanto privado como público, desde el primer trimestre del año 2010 hasta el primer trimestre del presente año. Las variaciones porcentuales son anualizadas. En el caso del consumo privado, se puede observar que la tendencia fue creciente.
Sin embargo en el resto de variables, la cosa no fue igual. El consumo público  sufrió una desaceleración en cada uno de los trimestres. En cuanto a la inversión privada, la desaceleración se inició a partir del último trimestre del año 2010. Destaca la diferencia entre las cifras del cuarto trimestre del 2010 y las del primer trimestre del 2011.
Respecto a la inversión pública, no solamente  tuvo un enfriamiento sino que disminuyó en el primer trimestre del presente año. Cabe destacar que, después de haber tenido una tasa de crecimiento espectacular del 51.2% en el segundo trimestre del 2010, estas tasas iniciaron una tendencia decreciente hasta convertirse en negativa.
Si solamente tomamos en cuenta este análisis que contempla cambios anuales en las variables, se podría decir que la economía marcha cual tren de sierra lo que se confirma  observando la evolución de la demanda interna y el producto interno, cuyas tasas  en el primer trimestre del presente año fueron 10.6% y 8.7%, respectivamente, cifras por cierto sobresalientes. Sin embargo es importante resaltar que la inversión pública fue la oveja negra, pues, fue la única variable que presentó una tasa negativa, con un valor de -6.3%.
Ahora bien, si efectuamos un análisis de variación porcentual del primer trimestre del año 2011 en relación al último trimestre del 2010, el resultado es completamente diferente al anterior, muy  preocupante y porque no decirlo,  desesperanzador.
CUADRO Nº 2
Variación porcentual  trimestral de la demanda interna,
De producto bruto interno, del consumo público,
 y de la  inversión privada y pública
Concepto
IV TRIMESTRE
I TRIMESTRE
Variación porcentual

del año 2010
del año 2011
trimestral
demanda interna
57,700
54,941
-4.78
prod. bruto interno
55,237
52,511
-4.93
consumo público
5,998
4,655
-22.40
inversión privada
11,842
12,371
4.46
inversión pública
5,012
1,646
-67.15
Fuente: Cuadros estadísticos de la Nota Semanal del BCRP
Nota: Datos de las dos primeras columnas en millones de nuevos soles a precios
 del año 1994.
 Elaboración propia

En el cuadro Nº 2 podemos observar la variación porcentual trimestral del producto bruto interno, de la demanda interna y algunos de sus componentes.

Como se puede apreciar en el referido cuadro, la inversión privada es la única que tuvo un crecimiento positivo con un tímido 4.46%. Otra es la historia de la inversión pública, ya que si comparamos el primer trimestre del 2011 con el último del año pasado, la caída fue aparatosa, nada más ni nada menos que -67.15%.

La verdad, amigo lector, es que cuando hice el cuadro Nº 2, no podría creer lo que mis ojos vieron, y es más, lo hice muchas veces para convencerme que estaba profundamente equivocado, pero infelizmente, no fue así.

Respecto al consumo público, ésta se contrajo 22.4%, caída también de consideración. Si analizamos las variables más representativas de la macroeconomía, me refiero a la demanda interna y al producto bruto interno, ambas tuvieron tasas negativas. En el primer caso, cayó 4.78%, y la segunda variable disminuyó 4.93%.

Luego de este análisis, y siendo un poco pesimista, si seguimos con esta tendencia nos aguarda una gran recesión que tendrá que ser afrontada por el nuevo gobierno y soportada por todos nosotros.

Retornando a  una de las preguntas que formulamos al inicio de estas líneas: ¿cuál fue la causa? Si respondemos apuradamente, caeríamos en ideología (primer planteamiento: expectativas negativas de empresarios) o empirismo (segundo planteamiento: disminución de la inversión pública y el Decreto de Urgencia Nro. 012-2011), lo cual restaría seriedad a nuestro análisis.
Finalmente, usando la retórica, en el primer caso, las marchas y contramarchas de partido ganador en las elecciones creó incertidumbre en el empresariado, lo que se puede observar en la desaceleración de la inversión privada. Y en el segundo caso, la extremada reducción de la inversión pública influyó en el crecimiento que veníamos disfrutando, aun teniendo en consideración la abundancia de ahorro público disponible en las arcas del Estado, lo que  comprueba de manera indubitable la falta de capacidad de gasto del gobierno saliente.



[1] La información ha sido tomada de las estadísticas del Banco Central de Reserva del  Perú.
[2] Se agradece la importante colaboración en este artículo al Señor Jorge Moreno León.