17 may 2013

El Hermano Mayor protege a nuestros niños de la comida no saludable

El congreso aprobó la ley de promoción de la alimentación saludable para niños, niñas y adolescentes, siendo firmada por el presidente de la República  el día 17 de mayo  del presente año.

El objetivo de la ley, plasmado en el artículo 1, es el siguiente:
“La presente ley tiene por objeto la promoción y protección efectiva del derecho a la salud pública, al crecimiento y desarrollo adecuado de las personas, a través de las acciones de educación, ………..la implementación de kioscos y comedores saludables en las instituciones de educación básica regular y la supervisión de la publicidad, la información y otras prácticas relacionadas con los alimentos y bebidas no alcohólicas dirigidas a los niños, niñas y adolescentes para reducir y eliminar las enfermedades vinculadas con el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades crónicas como no transmisibles”

Podríamos decir que el espíritu de la ley en el fondo es bueno pero la estrategia a ser seguida por el gobierno está lejos de ser la mejor.
Veamos algunos de los artículos.
El cuarto artículo explica que el gobierno promocionará la educación saludable a través de los organismos competentes. Esto me parece plausible.

Sin embargo el octavo artículo es sumamente preocupante dado que demuestra la voluntad del gobierno de inmiscuirse en la publicidad de las empresas privadas. Primero, considera que los niños están solos sin sus padres y que éstos no son capaces de decirles a sus hijos la comida que les puede hacer daño. Este es un tema de responsabilidad familiar y no estatal. Segundo, plantea que la publicidad no debe crear una “sensación de urgencia o dependencia”. Este es un supuesto heroico dado que se está generalizando como si todas las personas fuesen iguales. La publicidad no crea dependencia porque no es una droga. Tercero, la publicidad no debe crear una sensación de superioridad si se consume cierto producto o de inferioridad si no está al  alcance de los niños. En este caso,  el legislador seguramente es sicólogo puesto que está asumiendo que la publicidad puede manipular nuestras mentes. Quizás en un país comunista o en la Alemania de Hitler fue cierto. Por ejemplo no creo que la propaganda de Mc Donald  afecte la autoestima de los niños. Cuarto, se prohíbe entregar regalos cuando se consume un bien. Esto sí es una directa intervención en la empresa privada.

La debilidad del octavo artículo radica en dos puntos centrales: primero, no define qué comida no es saludable, segundo, asumiendo que está definida la lista de bienes no saludables, se tendría que revisar toda la publicidad. Esto es imposible porque ésta sería interminable y crearía pérdidas en las empresas. Tomemos como ejemplo la venta de autos nuevos. ¿Acaso la publicidad de éstos no es discriminatoria? Por supuesto que sí, y sucede en la mayoría de bienes y artículos. Es una característica propia del mercado donde cada uno paga lo que puede, sin embargo la competencia permitirá una mayor variedad de bienes.
Ante tal situación se vuelve imposible evitar esta diferenciación o segmentación de clientes a menos que se prohíba la circulación de autos nuevos y que sólo lo hagan los viejos al mejor estilo de Cuba. Ni que hablar de los viajes al extranjero, de las casas, celulares, equipos de música, televisores, etc. En fin toda la publicidad sería afectada.
El octavo artículo nos dice que los mensajes publicitarios deben ser claros, objetivos y pertinentes debido a que los niños pueden ser engañados fácilmente. Otra vez, los padres de familia simplemente no existen o son  incapaces de poder determinar que hace daño a un niño.

Ante esto, Gastón Acurio no puede cantar victoria porque al ser uno de los promotores de la comida peruana, estaría violando esta ley dentro y fuera del país teniendo en consideración que la comida peruana, por muy rica que sea, tiene componentes que no son tan sanos que digamos como es el caso del pan con chicharrón, la sangrecita y los anticuchos, por no decir más.

Esta ley viola la libertad de las personas a decidir que consumir. Esto queda evidente cuando en el sexto artículo se plantea que el Ministerio de Educación será el que defina la lista de alimentos que son saludables para cada edad, y a su vez sean éstos los únicos autorizados a ser vendidos en los kioskos de los colegios.

¿Estamos en el caso de la  novela de George Orwell donde el hermano mayor se preocupaba de todos los ciudadanos hasta el extremo que éste decidía que tenía que hacer cada uno de tal manera que la gente esté convencida que es lo mejor para todos? Espero que no.

 

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